Cada vez somos más conscientes de que el envejecimiento está estrechamente vinculado con los hábitos cotidianos. Los estudios cifran la influencia de la genética en solo un 20%, mientras el estilo de vida supondría el 80% del deterioro experimentado con el tiempo. Y aunque algunos de los factores que más envejecen -como la contaminación, trabajar sentada y frente a un ordenador, o los rayos solares- parecen, a veces, inevitables, estas conclusiones también tienen un lado (muy) positivo: cada uno es responsable en gran parte de su salud. La alimentación se perfila como una de las bazas más importantes, y sobre esta base se apoyan muchas dietas que prometen mantenernos más jóvenes por más tiempo. Es el caso de la Dieta de las Zonas Azules, basada en la alimentación de las poblaciones más longevas, como los habitantes de Okinawa (Japón). Pero no hace falta irse tan lejos porque la dieta Mediterránea, por ejemplo, también se ha reconocido como una de las más beneficiosas para la salud. Y tampoco hace falta complicarse cocinando algas Kombu o aprendiendo los beneficios del Tofu porque hay una regla realmente sencilla que funciona como terapia antiedad: crear recetas con ingredientes de diferentes colores. ¿O creías que los platos arcoíris que copan Instagram solo eran postureo?
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Siempre se ha dicho que una dieta equilibrada y completa debe aportar suficiente energía e incorporar los tres macronutrientes: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Sin embargo, paro los dietistas de 2018 esta premisa no es suficiente. "La nueva tendencia es fijarnos también en los micronutrientes: vitaminas, minerales, antioxidantes y fitoquímicos", afirma Beatriz Larrea, health coach y firme defensora de que la alimentación puede ralentizar el envejecimiento, tanto interno como externo. "Yo siempre recomiendo no pensar solo en las calorías y macronutrientes que contiene un alimento, porque estos no nos dan una visión holística del alimento, sino pensar en si dicho alimento va a fomentar la salud y la longevidad", explica, antes de dar dos ejemplos muy gráficos: "un refresco light puede tener cero calorías, pero a nivel nutricional es lo peor que puedes comer, mientras que una almendra tiene bastantes calorías, pero también un alto valor nutricional".
Esta forma de entender la alimentación aporta todo el sentido a la regla antes enunciada, cocinar con muchos colores, porque generalmente los responsables del tono natural de un alimento son sus micronutrientes, especialmente en el caso de las frutas y las verduras. "Cada color en ellas representa uno o varios antioxidantes y fitoquímicos", confirma Beatriz. "Todas las maravillosas cualidades que asociamos a la comida, como el sabor, el olor y el color, se deben a esos compuestos. Y cada vez hay más investigaciones sobre cómo estos nos mantienen saludables y previenen el envejecimiento, la oxidación y todos las enfermedades degenerativas asociadas con el estrés oxidativo".
La gurú de nutrición Amanda Meixner explicaba recientemente a sus más de 700.000 seguidores de Instagram esa relación entre colores y micronutrientes, configurando un sencillo mapa de la dieta arcoíris:
- Púrpura: antocianinas. Son unos flavonoides con alto poder antioxidante y antiinflamatorio, entre otros beneficios. Las frutas y verduras de este color también ayudan a prevenir la obesidad.
- Amarillo: bioflavanoides. Potencian el efecto de la vitamina C, consiguiendo una piel más joven y luminosa, además de mejorar la circulación.
- Verde: clorofila. Tiene beneficios curativos y desintoxicantes, y también protege la piel, por lo que es utilizada en cosmética
- Naranja: betacarotenoides. Se transforma en vitamina A en el organismo, un nutriente que mejora la función inmunológica y previene los problemas de vista. Además, ayuda a tener una piel más bonita y un bronceado más duradero.
- Rojo: licopeno. Es uno de los antioxidantes más potentes para combatir el efecto de las toxinas en la piel, mejorar la salud cardiovascular y prevenir el cáncer.
Más colores y menos alimentos blancos
Como Meixner, Beatriz Larrea también opina que seguir una dieta arcoíris es una buena medida para mantener una buena salud, como objetivo principal, y tener una piel que lo refleje, como añadido extra. "Al comer de todos los colores presentes en la naturaleza, te aseguraras conseguir todos los nutrientes y antioxidantes", explica. ¿Un ejemplo del plato que ella tomaría? "Una ensalada que tenga todo tipo de colores y antioxidantes: clorofila de la ensalada verde, carotenos de la zanahoria, flavonoides de la granada... Añadiría garbanzos y aguacate, para sumar las proteínas del primero y las grasas saludables del segundo", responde. Y la misma guía de los colores puede aplicarse también a los alimentos perjudiciales que no deberíamos tomar: "Los tres venenos son blancos: azúcar refinada, sal refinada y harina refinada", opina ella. Y los estudios avalan que estos alimentos pueden afectar negativamente a la salud en general y a la piel.