Uno de tus propósitos para 2018 era hacer ejercicio con más frecuencia y lo estás logrando. Has descubierto cuál es la mejor hora para entrenar dependiendo de tus objetivos, has probado ya algunas de las últimas tendencias fitness e incluso te has atrevido con el entrenamiento que promete lograr, en solo 9 minutos, el mismo efecto sobre tu cuerpo que con 40 de carrera. Pero lo cierto es que no has bajado de peso, y no solo eso, has engordado un poco. Tanto es así que pasas el día pensando en hacer deporte sin saber que esa pequeña obsesión puede ser la causa de los kilos de más.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
En primer lugar y según explican los expertos, si lo que quieres es perder algo de peso o mantenerte debes tener claro que el resultado depende en un 80% de la dieta y en un 20% del ejercicio. Si no tenías claras estas proporciones es lógico que te hayas excedido en tus comidas pensando que ya lo compensarías con el gimnasio. "La pérdida de peso comienza y termina en la cocina. Hacer ejercicio es la parte fácil: son las otras horas del día en las que tienes que aprender a ser disciplinado sobre lo que introduces en tu boca”, explica en su web Dalton Wong, entrenador de Amanda Seyfried y Jennifer Lawrence.
Si creías que el deporte era suficiente, es normal que pienses demasiado en ir al gimnasio para compensar los excesos e incluso que hayas sentido rabia si algún día no te ha dado tiempo. Te obsesiones con ese "debería entrenar", pero llevar la mente muchas veces a un mismo tema puede generar estrés, sobre todo si los resultados no son tan positivos como esperabas. Según un estudio llevado a cabo por el Centro de Neurociencias de la Universidad de Colorado, las personas que practican deporte bajo presión, en lugar de combatir el estrés lo aumentan. Y el estrés, como ya sabes, suele favorecer el incremento de peso. Los científicos argumentan que cuando el cortisol, la hormona del estrés, aumenta se favorece el apetito y lo único que lo calma son alimentos ricos en azúcares y grasas.
Por si fuera poco, pensar demasiado engorda. Aunque parezca una afirmación hecha a la ligera lo cierto es que, según un estudio en la Universidad de Laval, Canadá, las personas con la mente muy activa consumen entre un 23,6% y 29,4% más de calorías que quienes no, el equivalente a 253 calorías extra. Según explican en su investigación el trabajo intelectual produce algunas fluctuaciones en los niveles de glucosa e insulina mayores que en los periodos de baja actividad.