Desintoxicar el cuerpo para liberarlo de impurezas, consumir café y así lograr acelerar el metabolismo, suprimir ciertos alimentos para sentirse más ligero, sumarse a la dieta cetogénica… Parece que los españoles estamos dispuestos casi a cualquier cosa para seguir una alimentación saludable y mantener a raya el peso, pero no todas las claves para lograrlo están directamente relacionadas con la dieta. Ya te contamos que el mindfulness enfocado a la comida, funciona. Basta con poner nuestro foco de atención, con todos los sentidos, a la experiencia de comer y beber para alimentarnos (y sentirnos) mejor. Lo que quizá no sabías es que un estudio llevado a cabo por la Universidad de California asegura que no oler los alimentos antes de comerlos también puede ayudarte a perder peso.
Según explican Andrew Dillin y Celine Riera en su informe, las personas con poca capacidad olfativa suelen adelgazar con mayor facilidad que quienes perciben más los olores. Lo más lógico sería pensar que quienes notan más intensamente el olor de un croissant recién hecho, sienten que su apetito se despierta y, por lo tanto, comerán en cantidades mayores que quienes no pueden apreciar el aroma. Sin embargo, esa no es la explicación dada por los científicos, ya que según sus conclusiones, el efecto diferenciador se produciría siguiendo la misma dieta.
No todo es culpa de las calorías
La explicación estaría en una sorprendente relación entre el olfato y el metabolismo. Según el equipo de la Universidad de California, oler comida puede activar las ganas de comer, transmitiendo al cuerpo algo así como una señal de que necesita alimento. El organismo, entonces, tendá una mayor predisposición para almacenar las calorías, en forma de grasa, en vez de consumirlas. Por el contrario, si no percibimos ningún aroma, la sensación de saciedad se mantiene y el cuerpo se siente libre para quemar calorías. Los investigadores aseguran que gracias a este descubrimiento es posible que, dentro de unos años, se desarrollen en esta línea algunos métodos para mejorar la salud de personas con sobrepeso.
Para intentar evitar ese efecto que nuestro olfato, si es muy fino, puede desencadenar en nuestro organismo, no es necesario que entremos a la cocina con la nariz tapada para no sentir ganas de comer más. Tampoco que busquemos una habitación libre de olores en la que no entre ningún aroma apetecible. Basta con usar la cabeza, planificar las horas de las comidas (y hacer al menos cinco cada día) y elegir cuidadosamente los alimentos que compondrán el menú de cada día. Los expertos aseguran que consumir alimentos ricos en fibra, apostar por una dieta con proteínas y grasas saludables o beber té verde, ayudan a mantener la saciedad durante más tiempo. Y, por tanto, a que los olores, por buenos que sean, no hagan estragos en nuestro cuerpo.