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De los 20 a los 30: así cambia tu cuerpo en solo una década

El metabolismo se ralentiza y la memoria empeora, pero los buenos hábitos serán una ayuda muy efectiva


Actualizado 17 de noviembre de 2017 - 16:12 CET

Puedes hacer ejercicio a diario; cuidar tu alimentación como la que más; no fumar, no beber alcohol, no trasnochar y dormir siempre las 8 horas recomendadas . Puedes aplicar todos y cada uno de los puntos de esa lista que se titularía 'cómo vivir más y mejor' y seguro que así será. Pero el paso del tiempo y sus efectos son inexorables, y tu cuerpo los experimenta durante toda la vida. A diario no son apreciables, pero al cumplir los 30 y echar la vista atrás comprobarás que, en solo una década (aunque sea tan decisiva como esta), tu mente, tu piel, tu metabolismo y todo tu organismo han cambiado. Habrás adquirido más experiencia y conocimiento sobre la vida, pero tu organismo ya no es el mismo que cuando tenías 20 y tocará aplicarse en las rutinas de belleza un poco más.

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1. Menos memoria

Poco tiene que ver con tu capacidad intelectual, ya que, según probó un estudio de la Universidad de Alberta (Canadá), las neuronas pueden continuar su desarrollo más allá de la adolescencia, hasta bien entrados los veinte. Sin embargo, hay otros factores que comienzan a emerger, por lo general, en la vida de una veinteañera -como el estrés o la falta de sueño- que pueden reducir la capacidad de atención y la memoria. Dormir bien, practicar meditación o mindfulness e incluir en tu dieta alimentos beneficiosos como las nueces o las espinacas son buenos hábitos para evitar este problema.

2. Tu metabolismo se ralentiza

Al estar estrechamente vinculado con las hormonas, cualquier cambio en el sistema hormonal afectará al metabolismo. Por eso, muchas chicas creen que su metabolismo se mantendrá constante desde la adolescencia hasta la menopausia, pero nada más lejos de la realidad. Si bien el gran cambio sí llega en esa última etapa, desde los 30 años el consumo calórico basal (las calorías que tu cuerpo quema en reposo) va descendiendo poco a poco, así que es posible que, a partir de esa edad, tu cuerpo cambie... Y, sí, puede que engordes. ¿Cómo evitarlo? Según los últimos estudios, el café (siempre con moderación), los alimentos termogénicos como el té verde y el entrenamiento con intervalos de alta intensidad o HIIT puede ayudar a reactivar el metabolismo.

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3. La piel comienza a cambiar

Dicen los dermatólogos que, a partir de los 25 años, la piel deja de fabricar colágeno, elastina y ácido hialurónico por sí misma, con lo cual se vuelve menos flexible y pueden aparecer las primeras arrugas. Por otro lado, no son raros los casos de mujeres que han superado libres de granitos toda la adolescencia y, ya pasados los 20, comienzan a sufrir el temido acné adulto, un problema que sufren la mitad de las mujeres entre 20 y 29 años y prevalece en el 35,2% en la siguiente década. Remediar estos cambios pasa por reajustar el ritual de cuidados a las necesidades de la piel e incluir todos los cosméticos imprescindibles: sérum, contorno de ojos y crema hidratante, además de limpiador, exfoliante y aceite facial.

4. Hay que tonificar más y mejor

La mejor forma física se alcanza, de media, a los 25 años, según las investigaciones. A esa edad, por lo general, los músculos tienen una capacidad de esfuerzo y recuperación mayor y la densidad ósea es máxima. A partir de entonces, lo sentimos, no vale con cenar poco. El ejercicio es aun más necesario. Combinando sesiones de fuerza para mantener tonificados los músculos con disciplinas que desarrollen la flexibilidad y mejoren la postura (como el yoga o el pilates), será de gran ayuda.

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5. Los domingos son peores (y tu cuerpo tiene la culpa)

Nadie se atreverá a negarlo: las resacas eran mucho más llevaderas cuando tenías 20 años. A pesar de que cada vez tomas menos copas y te acuestas antes, al día de después es siempre peor. La explicación está en otro cambio de tu organismo: la función del hígado, el encargado de eliminar el alcohol del cuerpo, se ralentiza con la edad. Y para evitar la resaca, solo hay una solución: no beber alcohol, una medida que, además de tu hígado, tu piel, tu metabolismo, tus neuronas y tu entrenamiento del día siguiente a la fiesta te agradecerán.

Eso sí, de los 20 a los 30 la experiencia será un grado -en todos los sentidos- y en el cambio de década conocerás mejor lo que tu cuerpo y tu mente necesitan. En definitiva, a partir de los 30 seguro que sabrás escuchar a tu cuerpo.

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

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