Los duques de Sussex reaparecieron ayer entre rumores de crisis que se toman a broma, aunque, eso sí, lo hicieron por separado. Mientras el príncipe Harry charlaba en una cumbre en Nueva York, su mujer pisaba la alfombra roja en Los Ángeles acaparando todas las miradas con su impecable estilismo. Meghan no quiso perderse la gala Paley Honors, que se celebró en Beverly Hills (California) y en la que se rindió homenaje a su gran amigo Tyler Perry, padrino de la princesa Lilibet. El actor de teatro estadounidense fue galardonado por el Paley Center for Media, una institución cultural sin fines de lucro dedicada a preservar la historia de los medios y a explorar la poderosa influencia que ejercen sobre la cultura y la sociedad. Para esta cita tan especial, la Duquesa apostó una vez más por el minimalismo, demostrando que, en moda, menos siempre es más.
Desde que se asentara en Estados Unidos junto a su marido, hemos evidenciado un cambio en el armario de Meghan, quien ha sucumbido ante la corriente del lujo silencioso que adoran las expertas en moda, es decir, apostar por prendas atemporales, sencillas, clásicas y de alta calidad que no pasan de moda y que huyen tanto de las tendencias efímeras como de los grandes logos que evidencian su procedencia. Un ejemplo claro es el look de alfombra roja por el que se decantó ayer, protagonizado por un infalible vestido negro.
Se trata de una pieza de Oscar de la Renta, una de sus firmas preferidas para las grandes ocasiones, que cuenta con escote corazón, del que parten discretos drapeados, silueta recta y falda larga acabada en cola con abertura para mayor comodidad. Este diseño, digno de cualquier estrella de Hollywood, ha sido también comparado por algún fan con el famoso 'vestido de la venganza de su suegra', la princesa Diana de Gales.
Ha completado con unas sandalias minimalistas de pulsera al tobillo y tacón de aguja a tono, concretamente el modelo Nudist de Stuart Weitzman. Asimismo, ha destacado el collar que ha elegido, un delicado diseño de diamantes que iluminaba el rostro bautizado como Fortuna y perteneciente a la marca Logan Hollowell que ha combinado con su inseparable brazalete de Cartier, su anillo de compromiso y matrimonio y el anillo de meñique de Lorraine Schwartz que tanto le gusta.
Un look de belleza sutil y depurado
Una vez más, Meghan ha querido continuar con esa imagen depurada y minimalista también con su look de belleza, apostando por una base ligera que dejaba su piel jugosa e hidratada y permitía apreciar sus características pecas. En sus mejillas, un colorete en tono melocotón a juego con el labial satinado. Realzó su mirada oscura con unas cejas muy naturales, un potente delineado negro y pestañas en clave XXL.
En cuanto al peinado, ha recogido su característica melena oscura en un voluminoso moño texturizado con raya al medio y acabado desenfadado que dejaba sueltos varios mechones ondulados enmarcando el rostro, un detalle que Meghan adora.