Acostumbrados como estamos a verles vestidos de manera informal junto a sus famosísimos padres, los Beckham más pequeños se han dejado ver más estilosos que nunca durante la cena de Nochebuena que disfrutaron con el futbolista y la ex Spice Girl en un conocido restaurante de Londres. Brooklyn, Romeo y Cruz se vistieron de traje y se convirtieron, por méritos propios, en los protagonistas de la noche londinense el pasado miércoles día 24 de diciembre.
David y Victoria Beckham regresaron el jueves de la semana pasada a su casa de la capital británica e hicieron una breve escapada de fin de semana a Milán. Allí el futbolista fue presentado oficialmente como nuevo jugador del AC Milan, equipo con el que jugará durante los tres meses que dura el descanso en la liga de fútbol estadounidense. Aprovechando su estancia en el viejo continente, el lunes volvieron a su Inglaterra natal para disfrutar juntos y en familia de la noche previa a la Navidad en la ciudad que un día fue su hogar.
Victoria prefirió no meterse en labores de cocina y optó por degustar su cena de Nochebuena fuera de casa. Así, junto a su marido y sus tres hijos se presentó en el restaurante que su amigo Gordon Ramsay tiene en el interior del Hotel Claridge de la ciudad inglesa.
Una familia modelo
Fue a la salida del local cuando pudimos contemplar a la familia al completo luciendo sus mejores galas: Brooklyn - con chaqueta, camisa y corbata- abría la comitiva en compañía de uno de los guardaespaldas. Victoria, ataviada con camisa blanca, falda de tubo negra y el pelo recogido con una diadema, iba detrás de la mano de Romeo, que a sus seis años de edad dejó claro que ha heredado el estilo de sus dos progenitores. Con traje de chaqueta, camisa y corbata, el segundo hijo de los Beckham parecía una versión en miniatura del deportista, quien iba detrás de ellos con un atuendo muy similar y con el benjamín de la familia en brazos. El pequeño Cruz, de tres años, nos regaló una divertida imagen al hacer su aparición con unos graciosos cuernecitos de reno en la cabeza, haciendo así honor a la fiesta que celebraba.
Después de una cena que se prolongó tres horas, los cinco pusieron rumbo a casa para acostarse pronto, pues esa noche esperaban la visita de un invitado muy especial. Seguramente los más pequeños se durmieron con la misma ilusión con la que lo hicieron muchos otros niños de su edad, ya que a la mañana siguiente esperaban encontrar debajo del árbol los regalos de Navidad que habían pedido en su carta a Santa Claus.