LAURA WELCH, PRIMERA DAMA DE ESTADOS UNIDOS

20 ENERO 2001
Ha sido dama de Texas –el segundo Estado más grande de Estados Unidos– durante casi ocho años pero, aún así, sigue sin acostumbrarse a ser el foco de la atención pública.
Laura Bush –a ojos de sus votantes republicanos, hecha a semejanza de su suegra, Barbara Bush– es una mujer discreta. Mucho más interesada en la intimidad familiar que en los compromisos oficialeso las grandes ceremonias. No en vano, y según sus palabras, "si hay algo de lo que de verdad me he arrepentido en esta vida es de no haber estado más tiempo al lado de mis hijas durante su infancia. Crecen tan deprisa”... A pesar de todo, la nueva primera dama se siente orgullosa de haber transmitido a sus hijas el mismo amor incondicional que el Presidente y ella recibieron de sus padres cuando fueron niños. “Algo que estará presente en sus vidas y les dará confianza siempre". La política no le atrae en absoluto y, a estas alturas, cuando se ha convertido ya en la nueva primera dama de los EEUU, no ha comprendido del todo aún por qué atrae tanto a su marido.

Una dura campaña electoral
“Lo único que sabía es que recibiría ataques de la prensa. Es inevitable, pero a nadie le gusta ver cómo critican a sus seres queridos. Ya pasamos por eso con mi suegro, el ex presidente George Bush, cuando perdió las elecciones en 1992 frente a Bill Clinton. Yo fui la última en decir sí a la idea de presentarnos como candidatos porque sabía lo que eso significaba”.

Sin embargo, y a pesar de sus recelos, Laura Bush se convirtió en parte integrante de la campaña de su marido. Dejando atrás su tranquila vida en Texas al lado de sus dos hijas –Barbara, la mayor, una apasionada del arte y Jenna, que tiene la firme intención de convertirse en escritora–, la señora Welch viajó sola por todo el país en su nombre… Conferencias sobre las aptitudes de George para el cargo, lecciones a los escolares sobre la importancia de recibir una buena educación y un programa de alfabetización por todo el Estado la convirtieron en la compañera perfecta para sacar adelante la campaña presidencial.

Un político de buen corazón
Para Laura era importantísimo que todos los americanos supieran que su esposo tiene muy buen corazón, que es una persona amable y comprensiva, que se preocupa por los demás y que se muestra especialmente atento a los problemas ajenos. “Tenemos diferentes personalidades y temperamentos. George es más enérgico, extravertido y hablador. Yo soy algo más reservada, tranquila y muy introvertida. Pero ambos compartimos los mismos valores tradicionales sobre la familia… La fe también es muy importante en nuestras vidas. Sacamos mucha fuerza y consuelo de nuestra religión y siempre hemos ido juntos a la iglesia desde que estamos casados”.

Una historia de amor a fuego de barbacoa
Cuando Laura estaba a punto de cumplir 30 años y era profesora en Austin, unos amigos comunes se pusieron de acuerdo para invitarles a una pequeña fiesta con barbacoa. Érmos, literalmente, los únicos amigos de la pandilla que no se habían casado y pensaron que debían hacer algo por nosotros".

La morena, tímida e introvertida profesora de ojos azules, sonrisa cálida y valores tradicionales le arrebató el corazón al soltero alegre, ingenioso y locuaz, con vagas aspiraciones políticas... Se casaron tres meses después.

El entonces Gobernador de Texas dice, ahora, cuando los años han transcurrido, que fue la mejor decisión que ha tomado jamás y que sus padres, Barbara y George, coinciden con él absolutamente en el hecho de que Laura era la esposa perfecta.

La noche más romántica de sus vidas
Son muy pocas las ocasiones en las que, a lo largo de su matrimonio, se han separado, pero Laura Welch señala, sin duda alguna, que lo más romántico que ha hecho su marido fue organizar 'el paseo del milenio' en Nochevieja. “Pasamos una noche tranquila con algunos de nuestros amigos. Cenamos fuera y estuvimos levantados hasta tarde. Luego, justo antes del amanecer, George me invitó a pasear con él. Era una noche hermosa y clara y, simplemente, caminamos y caminamos, en silencio, durante mucho tiempo. Después, contemplamos cómo salía el sol y el momento fue romántico y maravilloso”.