A medida que avanza el mes de septiembre, ese tono moreno de la piel que tanto nos ha costado conseguir durante nuestras vacaciones va desapareciendo. Nadie se salva. Por mucho que hayamos sido responsables utilizando fotoprotectores solares orales y en crema durante la exposición al sol, o pese a que, tras la exposición, hayamos intentado contrarrestar los efectos nocivos de los rayos UVA con cremas que recuperan el daño celular, alivian la piel y previenen los signos del envejecimiento prematuro, este color se va desvaneciendo poco a poco.
¿El motivo? Tanto si nos quemamos y terminamos pelándonos como si no, las capas más superficiales de piel se van desprendiendo y, en consecuencia, perdemos la melanina que habíamos acumulado durante el verano. Se trata de un proceso natural que, antes o después, afecta a todo aquel que durante el resto del año no vive expuesto al sol.
Sin embargo, muchas personas se resisten a perder este tono dorado tan favorecedor. Lamentablemente, en su afán por acudir luciendo moreno a las bodas, a los eventos o a las celebraciones que tienen programados para las últimas semanas del verano y las primeras del otoño, a menudo sucumben ante alternativas que han demostrado tener un potencial riesgo para la salud de su piel, como son las cabinas de rayos UVA.
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El riesgo para la salud de las cabinas de rayos UVA
“Las camas de autobronceado o cabinas de rayos UVA son altamente perjudiciales para la salud. Emiten grandes cantidades de rayos UVA, una radiación que a largo plazo produce un envejecimiento de las células de la piel, ya que puede dañar el ADN de las mismas. Este daño a nivel celular no solo provoca la aparición de arrugas, también desempeña un papel muy importante en la inducción del cáncer de piel”, asegura la doctora Cristina García-Millán, referente en rejuvenecimiento facial.
Esta dermatóloga, perteneciente al equipo de dermatólogos que integran el Grupo Pedro Jaén, advierte que la legislación vigente obliga a todo centro de bronceado a entregar a los clientes un “consentimiento informado” donde aparezcan detallados todos los riesgos que provocan las exposiciones a la radiación ultravioleta: como es el cáncer de piel, el daño ocular y el fotoenvejecimiento. Además, “en la sala de espera se debería colocar un cartel advirtiendo de los daños que esta exposición produce y las precauciones que se deben tomar durante la exposición como, por ejemplo, el uso de gafas protectoras”, añade la experta.
Bronceado con caña de azúcar, una alternativa segura para la piel
Hoy por hoy, no existe una alternativa sana al bronceado natural en cuanto a emisión de radiación o exposición a otras fuentes. Así lo asegura la Academia Española de Dermatología y Venereología. Pero existe una amplia variedad de productos cosméticos que permiten tener un tono dorado de lo más natural. Es el caso de los autobronceadores solares o de la caña de azúcar (el nombre con el que popularmente se denomina a la Di-hidroxi-acetona o DHA).
En concreto, la caña de azúcar es la técnica que desde hace unos años amenaza con sustituir las cabinas de rayos UVA. Y, gracias a sus naturales resultados y al apoyo de los dermatólogos, lo está consiguiendo. Entre sus ventajas, destaca que, al ser una molécula no tóxica, no tiene efectos secundarios ni contraindicaciones. Pero, además, sus resultados son visibles casi de forma inmediata.
La doctora García-Millán reconoce que el "bronceado de caña de azúcar, no es exactamente un bronceado, pues no activa la melanina, el mecanismo normal de todo bronceado". Explica: "Debido al gran tamaño de esta molécula, no consigue ser absorbida y llegar a las capas más profundas de la piel. Se deposita en la capa más superficial. Al entrar en contacto con los aminoácidos libres de las proteínas cutáneas (la queratina), la DHA produce una reacción natural que broncea la piel sin necesidad de que se active el mecanismo de bronceado normal, es decir, la melanina. Con el paso de las horas, la piel adquiere un tono marrón que aporta ese bronceado sin que se produzca ninguna reacción o efecto a nivel interno".
Sin efectos secundarios ni contraindicaciones
El bronceado con caña de azúcar consiste en rociar sobre la capa más superficial de la piel una molécula llamada DHA, un principio activo 100% natural y totalmente inocuo para la piel que se ha venido utilizando desde hace más de 40 años con fines médicos. “El DHA, que se obtiene de la caña de azúcar, se fermenta con glicerina para obtener un producto que tiñe la piel”, detalla la doctora García-Millán.
El hecho de que la DHA actúe a nivel de las capas más superficiales de la dermis también supone que la piel no corre ningún tipo de riesgo y que el tratamiento puede ser tolerado por todo tipo de pieles. Sin embargo, la dermatóloga advierte que puede existir algún tipo de sensibilidad o alergia a alguno de los componentes que se emplean en la fabricación del bronceado con caña de azúcar. “Podría haber algún paciente que desarrolle alguna alergia de contacto o irritación. Si existen lesiones activas cutáneas como una psoriasis o una dermatitis, infección o alguna herida abierta entonces estaría contraindicado su aplicación”, sostiene.
Para evitar complicaciones, se puede realizar una pequeña prueba de contacto con el producto y comprobar si se produce algún tipo de reacción. En cualquier caso, se recomienda no realizar pulverizaciones en el pecho de mujeres lactantes, ya que esto podría variar el sabor de la leche materna y producirse un rechazo.
¿Cómo se aplica el bronceado con caña de azúcar?
Cada vez son más las personas que en las fechas posteriores a sus vacaciones de verano se dirigen a los centros de estética para interesarse por el “bronceado con caña de azúcar”. “Algunas de las preguntas más frecuentes tienen que ver con la tonalidad que se consigue con esta técnica, con los pasos a seguir antes y durante la aplicación del producto o con el tiempo que tarda en desaparecer el tono dorado”, reconoce Leticia Truebas, directora del Centro de Estética Leticia Truebas de Madrid. Esta profesional de la estética explica que las sesiones de este bronceado con caña de azúcar duran entre 15 y 20 minutos.
Los pasos del proceso son los siguientes:
1. Tener la precaución de acudir al centro de estética, preferiblemente, sin maquillaje, perfumes, cremas o cualquier otro producto que pueda ser aplicado a nivel cutáneo. Otro consejo importante es tener depilada la zona que va a recibir el bronceado antes de que se aplique el tratamiento.
2. De forma previa al tratamiento, es necesario realizar un “peeling” corporal y facial para eliminar las células muertas y para que durante la aplicación, el DHA se reparta de forma homogénea.
3. Mediante una ducha se retiran los restos del “peeling” y se quita la grasa corporal excesiva y los restos de perfume y de maquillaje. La clienta recibe una braguita desechable y un gorro para poder recoger su pelo.
4. En una habitación amplia, se coloca a la clienta de pie y, mientras cambia deposición, se le rocía el producto con una especie de pistola aplicadora. El profesional podrá graduar el producto para optimizar el resultado o adaptarse a cada tipo de piel.
5. Una vez distribuido el DHA de forma uniforme por todo el cuerpo, se secará el cuerpo. De esta forma, se consigue un acabado excepcional del bronceado.
Leticia Truebas asegura que el color dorado conseguido con el bronceado de caña de azúcar permanecerá en nuestra piel durante unos ocho o nueve días. Después, desaparecerá de forma gradual y sin que aparezca ningún tipo de mancha. No obstante, advierte de que los cuidados posteriores al tratamiento son clave para conseguir la máxima satisfacción: “Durante las 9 horas posteriores a la sesión es muy importante evitar ducharse, sudar, o aplicarse perfumes. También es conveniente llevar ropa suelta para evitar el roce con la piel durante las horas posteriores a la sesión de bronceado con caña de azúcar”. La experta en estética recomienda hidratar la piel para que el bronceado se fije mejor y dure más tiempo.