Solteros, inmaduros, obsesionados con el éxito y narcisistas. Así son las personas, habitualmente hombres (pero no solo), que padecen el llamado síndrome de Simón. Tal y como nos cuenta Isabel Aranda, psicóloga sanitaria y Chief Content Officer de TherapyChat, es un término psicológico acuñado por la Dra. Robin Bowie en 2018.
“Efectivamente, el síndrome de Simón es un nombre acrónimo cuyas letras hacen referencia a una serie de características: Soltero, Inmaduro, Materialista, Obsesionado por el trabajo y Narcisista. Describe a aquellos hombres y mujeres solteros de edades comprendidas entre los 35-45 años, inmaduros, que tienen una baja autoestima, dependen fortuitamente del afecto y los elogios de los demás, se obsesionan con su carrera/profesión y su apariencia física y exhiben comportamientos narcisistas. El principal indicador de este síndrome es la presencia de un rechazo profundo al compromiso y la falta de interés en establecer o mantener relaciones significativas, a la vez que se vuelcan en el progreso profesional”, nos detalla la experta.
Y añade que es importante entender que el síndrome de Simón no es una enfermedad mental, ni tiene ninguna evidencia clínica, sino que es un patrón descriptivo del comportamiento involuntario asociado con la ansiedad, la inseguridad y la desconfianza. “Estos hombres y mujeres posiblemente podrían experimentar una mayor vulnerabilidad emocional. Esto puede resultar en el retroceso de sus relaciones personales y románticas, así como en el desarrollo de angustia y/o estrés”, manifiesta.
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Rasgos que lo definen
¿Cuáles son los rasgos definitorios de quienes lo padecen? Las personas que podrían definirse con este síndrome se caracterizan por:
- En primer lugar, la inmadurez. Estos hombres y mujeres suelen ser inmaduros a nivel emocional, normalmente por su incapacidad para manejar sus sentimientos. Esto los lleva a tratar las relaciones como si fueran objetos, menospreciando o desatendiendo a otras personas.
- En segundo lugar, la obsesión con el éxito. Suelen ser obsesivos en su búsqueda del éxito, a menudo a costa de otras cosas, como la salud o las relaciones personales. Se esfuerzan por ser exitosos en el trabajo, pero normalmente no lo son tanto en el terreno de las relaciones.
- La tercera característica es el narcisismo. Estas personas suelen ver su propia necesidad como la necesidad primordial y hacen todo lo posible para satisfacerla a costa de las necesidades y deseos de los demás. También suelen ser muy conscientes de sí mismos, mostrando al mundo frecuentemente un comportamiento egocéntrico.
“Es una etiqueta aplicada a un cierto tipo de personas, normalmente personas inmaduras y generalmente solteras que ponen todo su esfuerzo en el éxito a la vez que se obsesionan con su propia imagen y su necesidad de ser el centro de atención”, explica la psicóloga.
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Así son quienes lo sufren
Como decíamos, el síndrome de Simón se caracteriza porque la persona a la que se le atribuye muestra una inadecuada percepción de su propia valoración. Estas personas suelen tener baja autoestima, aunque muy a menudo no lo dejen ver, además de una visión negativa y demasiado crítica frente a lo que realizan.
“A su vez, quienes presentan síndrome de Simón suelen ser personas perfeccionistas y con el impulso por alcanzar el éxito constantemente. Esto lleva a una nueva búsqueda con cada nuevo logro, acompañado de un miedo a desmoralizarse si no alcanza los objetivos marcados. Por lo tanto, puede parecer que logran salir adelante a nivel laboral al buscar la excelencia en cada tarea. Las personas con este síndrome desarrollan una obsesión por el éxito y experimentan, aunque a veces no lo muestren, un deseo de aceptación y adoración de los demás”, nos cuenta Isabel Aranda.
Y añade que otro rasgo peculiar que suelen tener es la falta de empatía y de habilidades sociales. Esto se debe a que, a raíz de su narcisismo, al ser el propio éxito el objetivo primordial, el interés en los demás pasa a un segundo plano.
Encontramos también diferencias en función del género. “Los hombres suelen tener una mayor obsesión por alcanzar el éxito, mientras que las mujeres presentan inmadurez emocional, sentimientos de culpa, baja autoestima y frustración. Ambos, sin embargo, presentan este patrón de búsqueda frenética del éxito como una forma de validarse a sí mismos”, nos detalla.
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Causas de este síndrome
En opinión de la experta, es muy propio de las sociedades occidentales, donde el individualismo es la tónica predominante. Hay también quien lo asocia a la crianza sin límites y egocéntrica, que está muy presente entre muchos padres que anteponen los caprichos de los niños a las necesidades reales.
“Aprender a vivir basándose en el capricho, sin tener en cuenta a las otras personas y sin empatía, es lo que les lleva a ser incapaces de comprometerse en relaciones de pareja. Se miden a sí mismos y miden a los demás por el dinero que ganan o por la posición que ocupan en las empresas”, nos cuenta.
Además, uno de los signos más comunes de esta sintomatología es presentar un comportamiento extremadamente competitivo, con un alto grado de narcisismo y exhibicionismo. Estas actitudes pueden manifestarse a través de acciones vanidosas como la ostentación desmedida de riquezas, aumentando el deseo obsesivo de asumir riesgos o el supuesto poder que otorga el éxito, tanto a nivel profesional como personal.
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Su relación con el narcisismo
Tal y como parece evidente, el síndrome de Simón está relacionado con el narcisismo y comparten peculiaridades comunes. “El narcisismo es un trastorno de la personalidad caracterizado por una exagerada estima de uno mismo, carácter autoalabatorio, y necesidad de que otros reconozcan los logros propios, mientras que el síndrome de Simón es un patrón de conducta que también se basa en la proyección de una alta autoestima”, nos detalla.
Y nos cuenta que, en realidad, las personas que se definen con síndrome de Simón suelen ser más susceptibles a la crítica, considerando que la opinión de los demás les puede afectar significativamente; pueden experimentar sentimientos de hipervigilancia y una alta inseguridad, como consecuencia de los tropiezos y críticas en sus vidas cotidianas.
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Madurez profesional pero no afectiva
Hay quienes afirman que estamos ante personas con una madurez profesional, pero no afectiva y le preguntamos a la psicóloga al respecto. “El síndrome de Simón es un patrón de conducta que caracteriza a personas extremadamente dedicadas y motivadas para alcanzar el éxito profesional. La parte positiva es que pueden alcanzar situaciones exitosas, ya sea como emprendedores, directores de una gran organización o ganadores de importantes premios”, nos explica.
Mientras, la maduración afectiva suele ser algo mucho más difícil de lograr, y no siempre está en línea con el éxito profesional. La dependencia emocional y la autosatisfacción emocional son partes esenciales del desarrollo afectivo, y ambas son a menudo desechadas al enfocarse en el éxito laboral. “Esto significa que pueden tener dificultades para lidiar con conflictos, desafíos interpersonales y relaciones estables, ya que acostumbran a evitar los problemas emocionales en lugar de confrontarlos. La falta de satisfacción emocional también impide un proceso de madurez afectiva, creando una profunda carencia de perspectiva y simpatía hacia los demás”, nos cuenta la psicóloga.
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¿Un mal de nuestro tiempo?
Teniendo todo esto en cuenta, ¿podríamos considerarlo uno de los males de algunos jóvenes en la actualidad? “Es posible que muchos jóvenes actualmente puedan definirse con el síndrome de Simón ya que el entorno de valores individualista actual propicia este tipo de patrones. Si los jóvenes entienden y reconocen esta problemática, pueden entonces comenzar a explorar nuevas formas de controlar sus emociones y reacciones frente a situaciones determinadas. Esto les permitirá tener mayor libertad para ejercer su libre albedrío y trabajar en el posicionamiento para llevar a cabo lo que desean”, afirma.
Tratar el síndrome de Simón
Una vez que se confirma, ¿qué podemos hacer para tratar de superarlo? En opinión de la psicóloga, la forma más eficaz de tratar el síndrome de Simón es promover el desarrollo de la inteligencia emocional y sus habilidades para lograr ser una persona más completa y equilibrada. “Recurrir a los servicios de un psicólogo es lo adecuado. La terapia psicológica puede ayudar a los hombres que presentan el síndrome de Simón a superar los sentimientos de inseguridad, miedo al compromiso y dependencia afectiva. Esto, a su vez, puede ayudarles a identificar y a lidiar con los sentimientos de ansiedad y depresión, así como con su necesidad de construir relaciones sanas y estables”, sugiere.
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Convivir con alguien que responde a este síndrome
¿Es difícil la convivencia con alguien que manifiesta este síndrome? La experta confirma que la convivencia puede llegar a ser realmente difícil. “Esto se debe a que estas personalidades pueden exhibir un comportamiento errático, cambiante y elusivo, por lo que a los demás les resulta difícil controlar un entorno favorable o predecible. Pueden llegar hasta el extremo de despreciar emocionalmente a los demás, premiando el individualismo y alentando el comportamiento narcisista”, nos cuenta.
Además, por otro lado, tienen la tendencia a no tomarse en serio las responsabilidades asociadas con la convivencia, y pueden correr el riesgo de manipular a los otros para conseguir sus propias ganancias. Adicionalmente, estas personas son propensas a tener acciones impredecibles en medio de conflictos, y que sean altamente conflictivas cuando no se les da lo que quieren.
En el lado positivo, hay que tener en cuenta que, sin embargo, la convivencia con personas que tienen este síndrome también puede tener sus beneficios. “Estas personas se adaptan fácilmente a las situaciones de un entorno cambiante, e imprimen a la situación un toque de variedad con sus reacciones impredecibles. Igualmente, podemos aprender detalles desde un ángulo diferente con estas personas, contribuyendo a nuestra propia educación social. Por lo tanto, si se aceptan los desafíos por los que puede pasar quien convive con alguien con este síndrome, también se puede encontrar en esta situación algunos beneficios y oportunidades para aprender y desarrollarnos como personas. Reconociendo los desafíos existentes, también es importante buscar maneras de aprovechar esta convivencia para ayudarnos a crecer y madurar como seres humanos”, concluye.