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Psicología

¿Quieres descubrir si tú también padeces 'stresslaxing'?

Hay personas a las que hasta relajarse les causa estrés


13 de febrero de 2023 - 14:56 CET
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Stresslaxing. ¿Te suena este concepto? Tal vez aún no has oído hablar de él, pero lo cierto es que cada vez más personas afirman padecerlo ¿Qué es y por qué no para de hablarse últimamente de ello? Básicamente podríamos decir que hasta relajarnos nos estresa. “Se trata de un concepto muy nuevo acuñado para describir la fusión entre stress y relaxing, estrés y relajación. Ese momento en que una persona pretende relajarse de los incesables inputs recibidos y este intento todavía le provoca más malestar, ya que nos encontramos en un momento sociohistórico en que cada vez nos sentimos más sobrepasados por las exigencias de nuestro entorno. No es que al día le falten horas, el problema radica en que la sobrecarga ha llegado a niveles desorbitados”, explica la psicóloga Dolors Zapata Rojas, miembro de Top Doctors.

Y la experta pone un ejemplo claro: “Creemos que es normal trabajar, llevar todas las tareas domésticas al día, lucir en perfectas condiciones en un momento en que todo es tan visible y tan fácilmente criticable. Las redes sociales nos han acercado a estilos de vida muy distantes de los nuestros. A la vez han enjuiciado conductas casuales como si fueran representativas de todo un colectivo posicionándonos el mundo entero a favor de un lado u otro como si en realidad nos comportara algún tipo de beneficio o perjuicio. Así que parece que estamos sucumbiendo (si no lo hemos hecho en parte) a la dictadura de la inmediatez y de la perfección de mentirijilla de las redes sociales. Y lo peor de todo ello es que hemos normalizado que debemos cumplir con esas autoexigencias que nada tienen con ver con lo saludable”.

 

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¿Un nuevo síndrome?

Le preguntamos a la experta si podríamos estar realmente ante un nuevo síndrome. “Dado que esta situación va definiendo cada vez mejor aquello que siente un gran porcentaje de la población, parece que va a ir ganándose su espacio en el diccionario y que además viene para quedarse. Habrá que ir valorando qué estrategias pone en marcha la población para defenderse de esta dictadura del “siempre ON” si se pretende dejar llevar por tal terremoto de exigencias o si va a priorizar de una vez la salud mental individual y comunitaria”, nos cuenta la psicóloga.

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Personas con más riesgo de padecer 'stresslaxing'

Todos podemos padecerlo, pero nos planteamos quiénes son las personas con mayor riesgo de padecer este problema. La experta cita algunas de ellas: “Las personas perfeccionistas, sufridoras, exigentes, con tendencia a darle vueltas a las cosas (a la rumiación), muy autoexigentes, y a menudo pendientes del resultado de su actividad y de la interpretación que su entorno haga de ello. En ocasiones se habla de personas con patrón de conducta Tipo A. La literatura ha descrito de forma muy detallada estos estilos conductuales siendo muy asociados a personas con cardiopatías, y existiendo incluso programas para reducir el estrés, las percepciones y el manejo de las dificultades con que estas personas se encuentran”.

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La importancia de desconectar

Lo que está claro es que, en la sociedad actual, cuesta mucho desconectar. “Cada vez nos encontramos con más herramientas que nos absorben con el objetivo inicial de querernos facilitar el día a día, nos ayudan a estar conectados con personas que se encuentran lejos, nos dejan controlar nuestro entorno con sólo una app, unifica distintas acciones en un solo producto…. Pero al final nos están vendiendo la esclavitud de sentirse satisfechos y coaccionados por hacer algo para lo que estamos perfectamente capacitados”, explica la psicóloga.

En su opinión, la conexión con lo lejano nos ha hecho desvirtuar las relaciones cercanas que al final y al cabo son las más humanas. “Hemos comprado la idea de que estamos obligados a estar en todas partes, a opinar de todo porque si no, no existimos. De hecho, cuando las relaciones sociales se basaban en los encuentros del día a día también nos obligábamos a no faltar al encuentro de turno porque si no, sería de nosotros de quien hablarían. El efímero resultado positivo que obtenemos de las relaciones en esta sociedad líquida nos engancha por combinarlo con resultados negativos de forma alterna. Y esta combinación de halagos-refuerzos y castigos nos vuelve adictivos a estar conectados a tanto cuanto sea posible, como si esta situación nos proporcionara un beneficio considerable, nos cuesta no sentirnos omniopresentes como si ello implicara una renuncia a nuestra existencia”, cuenta.

 

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La dictadura de ‘hacer cosas’

Hay personas con problemas reales para relajarse, que se agobian incluso cuando tienen momentos en los que podrían no hacer nada. “Cada vez nos encontramos con más mensajes acerca de la obligatoriedad de hacer tal o cual cosa, pero siempre hacer. El mensaje de no estar siempre ON es vivido negativamente, como si participar de múltiples actividades fuera significativamente más importante que experimentar las vivencias en sí, sean cuales sean. Con todos estos condicionantes y la personalidad perfeccionista de base que hemos descrito anteriormente, hemos cocinado una receta en que la necesidad de relajarse sea percibida como un fracaso total y absoluto. Porque si no haces, no existes”, nos cuenta.

 

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El placer de no hacer nada

De hecho, nos planteamos si es necesario que todos, de vez en cuando, nos dediquemos en algún momento a no hacer nada. “Lo más productivo de no hacer nada es que nuestro cuerpo y nuestra mente, pueden redefinir, reconstruir, tienen nuevas oportunidades, pueden reinterpretar las experiencias, aprender a mirarse y sobre todo a quererse. Vivimos tan pendientes de lo que ocurre fuera que lo priorizamos por encima de nuestras propias percepciones. El nivel de hiperactivación nos lleva incluso a planificar nuestro ocio y tiempo libre, haciendo lista de opciones para aprovecharlo, pidiendo recomendaciones de pelis o series a nuestro entorno. Ni permiso nos damos para ir probando a actividades o series hasta encontrar la que mejor nos encaje”, cuenta la psicóloga.

 

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El problema de la hiperconexión

Buscando en las causas de este problema, nos topamos de lleno con el problema de la hiperconexión. “Por supuesto que la hiperconexión, hiperstimulación externa, va en detrimento del cuidado interno y de entrenarnos en cómo nos hace sentir tal o cual hecho, vivido o imaginado. Desestimamos nuestras percepciones, invalidándolas hasta el punto de priorizar lo que nos ha traído esta corriente sociohistórica, esta multiplicidad de conexiones y estimulación cuyo marketing se dirigía a mejorar nuestra calidad de vida, ha mutado en sus consecuencias y por ello estamos pagando a un precio muy elevado”, comenta.

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Cómo darse cuenta de que tenemos un problema

¿Es difícil darse cuenta de que estamos padeciendo este problema, que hasta relajarnos nos estresa? “Al final se trata de darse cuenta, de conectar con uno mismo, con las necesidades, con los valores de raíz que tiene cada persona y saber enmarcarlos como eje vertebrador de nuestra vida. Sin influenciarnos por las modas o necesidades sociales que nos arrastran y al final nos sepulten tras tanta publicidad. Siempre con la sombra de la productividad y de la etiqueta que nos comporte”, nos explica.

 

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Consejos para frenar el 'stresslaxing'

 Por último, le preguntamos a la psicóloga cuáles son sus consejos para poner freno al stresslaxing. “Quizás una de las propuestas más adecuada para el momento en el que nos encontramos es intentar hacer una parada total para poder resetearnos y así empezar a conectar con nuestros propios valores emociones y necesidades. Se habla mucho de la educación emocional y a partir de aquí es donde tenemos mucho trabajo por delante. Las emociones se han mantenido a lo largo de los siglos con lo que podemos entender que tienen una función y la han tenido a lo largo de tanto tiempo. En caso contrario se hubieran extinguido hubieran mutado. Por tanto, fomentemos la detección de nuestras emociones entendámoslas y démonos permiso para poderlas expresar en la medida de lo posible ya desde la primera infancia”, sugiere.

¿Y en el caso de los adultos? “Para adultos también hay mucho por delante limitando a determinados momentos del día estos torrentes insaciables de información ido y de sobreconexión. Detalles como tolerar el aburrimiento o practicar nuevas actividades llevar a cabo conductas de formas totalmente novedosas (quizás cenar a oscuras sin disponer de la vista para identificar los alimentos…). Y para poner freno al estrés desde luego que debemos tener claro que los momentos iniciales no serán fáciles, sino que la adicción a la actividad siempre nos lo va a poner difícil, pero con paciencia y si hace falta apoyo profesional vamos a poder conseguirlo”, concluye.