Todos tenemos manías. Cierto es que no se libra (casi) nadie. Poner el despertador a una hora concreta, solo en números pares, colocar los cuadros bien alineados, separar la ropa por colores... Pero tal vez te has preguntado si son solo eso, manías, o si puedes padecer algún tipo de trastorno, como podría ser un Trastorno Obsesivo Compulsivo, también conocido como TOC. Lo primero que debemos hacer, por lo tanto, tal y como nos explican los expertos, es diferenciar ambos comportamientos.
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Personas maniáticas
Tal y como nos explican desde Clínicas Origen, las manías coloquialmente se conocen como preferencias rígidas que, al no realizarlas, generan cierto malestar pero que no intentan bloquear ideas obsesivas. Pueden generar cierta incomodidad, pero no limitan la funcionalidad de la persona, ni impacta de manera signficativa a nivel psicosocial (por ejemplo, ordenar, poner los cuadros rectos, ordenar el armario de una determinada manera).
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¿Y el TOC?
“Las siglas TOC corresponden a Trastorno Obsesivo Compulsivo, una patología que se engloba dentro de los trastornos por ansiedad. Es característico de la persona que padece TOC tener pensamientos intrusivos, repetitivos y recurrentes que no se pueden controlar y que persisten en el tiempo. Este TOC produce mucho temor, preocupación, irritabilidad e inquietud al paciente. Hasta aquí sería la parte de Obsesión, pero se añade Compulsivo al término porque, después de experimentar estas ideas reiterativas, la persona empieza a repetir también conductas, llamadas compulsiones, que hacen de “amortiguador” al pensamiento obsesivo. Se podría decir que estas conductas mitigan la ansiedad que el paciente siente al tener su pensamiento lleno de obsesiones que no puede controlar y la compulsión es una forma de liberar la ansiedad que producen estas obsesiones”, comenta por su parte Pilar Guerra Escudero, psicóloga clínica y coach ejecutivo.
Desde Clínicas Origen nos ponen un ejemplo concreto de esas obsesiones y compulsiones. “Por ejemplo, una idea obsesiva sería ‘¿he cerrado el grifo de casa? Va a inundar la casa y va a ocurrir algo terrible’, en este caso una
compulsión o ritual podría ser abrir y cerrar el grifo varias veces. Este tipo de ideas se viven con angustia y limitan la vida de la persona de manera significativa”, detallan.
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No controlan su mente
La psicóloga nos detalla que la persona que sufre TOC lo que siente es que algo en su mente está dejando de funcionar y, sobre todo, que su mente se está apropiando de ella, en lugar de ser ella quien la controla.
“Suelen venir a la consulta con la queja de no pueden concentrarse absolutamente en nada y de que tienen un pensamiento que se les repite continuamente en la cabeza. Generalmente son las personas que conviven con ellas las que se dan cuenta y les recomiendan acudir a un especialista. Cuando se les diagnostica y se les explica qué es un TOC, ellos identifican sus síntomas y se ponen en tratamiento”, detalla Pilar Guerra.
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No, no es una manía
Como nos cuenta la coach ejecutivo, en líneas generales, todo ser humano tiene sus preferencias, sus gustos, que a veces podemos confundir con manías. “Todos podemos tener cierta tendencia a ser ordenados, cuidadosos, a estar comprometidos con la puntualidad, pero esto no es patológico. ¿Cuál es la línea fina que separa una manía de esta patología? La clave está en que esa obsesión no impida realizar otras acciones o actividades. La diferencia con la obsesión se da cuando estas conductas no podemos realizarlas sin ansiedad, o sin generarnos malestar, desasosiego o sentimiento de culpa por no ser capaces de saber gestionarlo”, nos detalla.
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¿Qué siente una persona con TOC?
“Una persona con TOC siente mucha ansiedad y angustia, porque el pensamiento obsesivo es como una especie de jefe que está mandando hacer una compulsión o ritual para que esas ideas repetitivas disminuyan en frecuencia, intensidad y duración. Por tanto, a corto plazo cuando no se pueden llevar a cabo las compulsiones, el pensamiento obsesivo aumenta mucho más y puede incluso desembocar en una crisis de ansiedad aguda: sudoración, taquicardias, agitación... Todo porque no pueden canalizar los pensamientos”, explica Pilar Guerra.
Por todo ello, nos cuenta que es importante aclarar que está comprobado que las compulsiones aumentan las posibilidades de que los pensamientos obsesivos se repitan. “Es decir, el ritual refuerza la obsesión. Está comprobado que si el terapeuta acompaña a un paciente con una idea muy obsesiva y le ayuda a que la compulsión no se lleve a cabo, a corto plazo la ansiedad es inmensa, pero a largo plazo se constata que el pensamiento obsesivo va disminuyendo y se va relajando. Los familiares o las parejas, en muchas ocasiones, entran en este juego y son cómplices de las personas obsesivas cuando les piden que realicen sus compulsiones por ellos. En realidad, no les ayudan, sino que a la larga provocan que la probabilidad de que siga manteniendo su TOC sea mucho más elevada”, matiza la experta.
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Sabes cómo detectarlo
-La persona empieza a sentirse con mucha ansiedad, malestar y desasosiego, confundida y se ve presa de su propio juego, entre la obsesión y la compulsión.
-La aparición de las compulsiones es un signo de que la persona que lo sufre ya no puede controlarlo y está interfiriendo en su vida cotidiana.
-Generalmente, son las personas convivientes las que lo detectan en un primer momento.
-La gravedad estriba en detectar si las consecuencias de no realizar las compulsiones son o no limitantes.
¿Tiene solución?
Lo normal es que haya que buscar ayuda. “Un TOC solo se cura asistiendo a terapia combinada: psicológica y farmacológica; es decir, con la combinación de un tratamiento psiquiátrico y psicoterapéutico. El psiquiatra será quien prescriba la medicación indicada para el paciente en esos momentos, que neutralizará y estabilizará sus pensamientos de forma que las ideas obsesivas empiecen a reducirse. Una vez que el paciente se haya estabilizado con tratamiento farmacológico, es cuando los psicólogos pueden desarrollar la terapia. Antes no puede realizarse porque la persona con el TOC no atiende ni se concentra”, comenta Pilar Guerra Escudero.
Y añade que las técnicas de psicoterapia más efectivas son las que siguen el modelo cognitivo-conductual porque la teoría de estos psicólogos, entre los que me incluyo, hace hincapié en la parte cognitiva, ayudando a elaborar el pensamiento, poniéndolo sobre la mesa, para desgranarlo, “cazar” los fantasmas de los miedos que generan esas ideas tan obsesivas, sus causas, porqué se mantienen, qué las refuerza… Y, por otra parte, la parte conductual de esta psicoterapia tratará las compulsiones que generan esos pensamientos.
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Un problema que interfiere en tu vida
Y sí, un TOC puede llegar a dificultar la vida. Es más, según la psicóloga la puede incluso anular. “La persona no es dueña de su pensamiento y, en consecuencia, interfiere en su vida cotidiana. Hay muchos pacientes que ya no toman por ellos mismos sus propias decisiones, sino que están sometidos a los mandatos obsesivo-compulsivos de su mente. Por ejemplo, son personas que llegan tarde a una reunión de trabajo porque no dejan de verificar si han apagado la luz o si han cerrado la llave del gas, se van y vuelven, y acaban retrasándose. También los TOCs pueden dificultar enormemente la convivencia, las conversaciones y, en general, las relaciones con los demás”, nos comenta.
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