Vivimos en una sociedad acelerada, en la que el estrés y la ansiedad están a la orden del día. Por eso, una ayuda nunca viene mal para intentar calmarnos y lidiar mejor con los problemas. El ejercicio es una de las actividades que mejor contribuyen a la relajación, pero no siempre es suficiente para desconectar. Es en ese momento entra en juego la meditación. Esta práctica está cargada de beneficios tanto para nuestro cuerpo como para nuestra mente.
Aprender a meditar no es algo que ocurra de la noche a la mañana y cada persona tiene una técnica que le va mejor. Tienes que tomarte tu tiempo, no presionarte si no lo consigues a la primera y conocer las técnicas que mejor se adapten a ti. Cuando comenzamos a hacer esta práctica es muy común incurrir en ciertos errores que nos hagan abandonarla. Si a ti también te ha pasado, repasamos contigo los fallos más comunes a la hora de empezar a meditar para que no te frenen a lograr tu objetivo. Apunta.
Escoger un lugar que no es adecuado
¿Qué tiene que tener nuestro espacio de meditar para que sea perfecto? Lo primero es sentirnos cómodas en él, independientemente de si elegimos nuestro dormitorio, el salón, el jardín... El volumen de ruido debe ser el mínimo, que no nos influya a la hora de concentrarnos. Pero, sobre todo, que esté ordenado para que nos transmita paz y no caos. Siempre puedes decorarlo a tu gusto para que sea más acogedor y te haga sentir mejor.
Luchar contra tus pensamientos
Se tiene la creencia de que para meditar tenemos que dejar la mente en blanco y huir de todos los pensamientos, pero esto en realidad es imposible. Meditar no consiste eliminar pensamientos que crucen la mente, sino en dejarlos fluir, permitiéndoles que entren y se vayan. Si tratas de resistirte a ellos te costará más concentrarte y aumentarán tus niveles de estrés y ansiedad.
Ponernos objetivos que no son realistas
La meditación es un estado mental al que se llega tras un tiempo de práctica. No te compares con el resto, cada uno sigue su propio camino hasta llegar. Por eso lo mejor es empezar con unos minutos, ver la respuesta que tienen tu mente y tu cuerpo ante esta actividad, e ir modificándola en función de lo que tú consideres y te sientas más cómoda.
No concentrarte en la respiración
El objetivo final de la meditación es lograr un estado de concentración que nos permita llegar hasta la paz mental. Este proceso se consigue mediante la respiración. Procura ser consciente en cada momento de tu inspiración y expiración, y trata de volver a este punto cada vez que tu mente trate de dispersarse. No desistas si tienes que recuperar la concentración muchas veces, es parte del proceso.
Desistir a la primera
El mayor error que cometemos es creer que no estamos logrando nada y abandonar. Meditar es un proceso que debe ser progresivo, podemos empezar por dos minutos e ir aumentando. No vamos a lograr estar 30 minutos concentradas en nuestra respiración el primer día. Hay que tener paciencia, dedicale tiempo y poco a poco irás viendo progresos y todos los beneficios de esta actividad.
No seguir una rutina
Si realmente quieres iniciarte en meditación vas a tener que seguir una rutina para ver avances. Igual que tienes una reunión todos los martes, márcate un horario para meditar siempre el mismo día. Comienza por dos o tres minutos, tres veces a la semana y ve aumentando poco a poco en función de la respuesta de tu cuerpo. Escúchale, puede que te vaya mejor hacerlo por la noche para despejarte o por el día para empezar la jornada con nuevos ánimos.
Llevar ropa no adecuada
En este caso, lo más sencillo es lo más indicado. Si te has planteado hacer meditación un par de veces al día asegúrate de llevar ropa cómoda. Si llevamos pantalones que nos aprietan o una camiseta a la que se le caen los tirantes, nos costará más concetrarnos porque estaremos pendientes de esas cosas.
Desconocer las técnicas
Existen infinidad de técnicas, unas más avanzadas que otras, para llegar a la meditación. Puede que lo tuyo no sea estar sentada con las piernas cruzadas, el yoga también es una vía para llegar a este estado, por ejemplo. También puedes hacerlo mientras recitas un mantra o mediante una sesión de mindfulness. Lo que tienes que encontrar es la que mejor se adapta a ti.