Ser felices. Ese es el objetivo más básico para la mayoría de las personas, pero no siempre es sencillo conseguirlo. "El secreto de la felicidad es un reto que la humanidad se ha autoimpuesto desde sus orígenes. Y como todo lo obligatorio tiende a resistirse, esa búsqueda incesante se puede llegar a convertir en una frustración que persista por no llegar a alcanzarla nunca", nos comenta Pilar Guerra Escudero, psicóloga clínica y coach ejecutivo.
Y añade que como el concepto de felicidad por definición es “un estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar o disfrutar de lo que desea”, parece ser que ser feliz se ha convertido en el único objetivo último del ser humano.
"Hay diez pilares básicos que, a mi juicio, son fundamentales siempre y cuando dejemos de asociar la felicidad con carcajear. Y apuntemos que un estado más que suficiente para el ser humano es la serenidad que lleva la libertad de poder sonreír al menos en la mayoría de las horas de nuestros días", nos detalla la experta.
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Independencia emocional
El primero de los aspectos que remarca la especialista es la independencia emocional, que viene referenciada como una actitud interna y muy profunda mediante la cual las personas podemos vivir nuestra propia vida sin depender de nadie más. Si ser independiente es lo contrario de dependiente, el vivir nuestra vida bajo el yugo de que ésta sea aprobada o no, o sometida a juicios constantes por parte de otras personas de nuestro círculo, nos priva de nuestra libertad y no puede existir serenidad/felicidad cuando los que nos rodean son absolutamente necesarios para nosotros. Que deseemos estar rodeados de personas que nos quieran y a los que querer es incluso positivo, ya que somos seres sociales. Sin embargo, necesitar al otro para que sea el sentido de nuestra vida es una expectativa patológica y lo patológico es todo menos felicidad.
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Independencia económica
Y hay otra independencia también muy necesaria para lograr la felicidad en opinión de la experta, la económica. Se trata de un estado que permite alcanzar una situación financiera determinada y suficiente como para poder tomar decisiones en nuestra vida desde una posición de libertad. El disponer de moneda de cambio, aunque sea mínima o nula, permite al individuo desarrollar otras independencias necesarias para un mínimo equilibrio/felicidad.
"¿Esto quiere decir que una persona sin recursos no puede ser feliz? No, ya que la independencia económica no pasa por tener recursos sino pasa por poseer la libertad de elegir tomar decisiones aún en la pobreza, sin depender de nadie y sin contar con su aprobación. Ser independiente económico nos aporta la capacidad de elegir con absoluta franqueza. La frase mítica “En mi hambre mando yo” aporta un claro ejemplo de que una vez más la felicidad está de la mano de sentirnos independientes en todo lo relacionado con las decisiones de nuestra vida", matiza la experta.
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Independencia intelectual
La información es poder. La psicóloga nos detalla que, por definición, se conoce la independencia intelectual como ese conjunto de actitudes, aptitudes y condiciones del entorno que hacemos propias para desarrollar un pensamiento crítico y construir nuestro propio conocimiento. "La ignorancia no trae la dicha. Cultivar la inteligencia e intelecto nos permite tener habilidades para aprender de la experiencia, entender todo lo complejo del día a día, razonar y poder resolver problemas. En definitiva, lo que conseguimos es adaptarnos al entorno. La comprensión genera serenidad / felicidad. No es más feliz quién menos problemas tiene, sino aquel que sabe entenderlos para poder afrontarlos", apunta.
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Consciencia de existencia
La psicóloga parte de una pregunta: ¿Vivir la vida surfeándola o buceándola? "El surfeo pasa por hacer un camino superficial y el buceo por hacerlo profundizándolo. El ser humano está capacitado para “saber o conocer” que tiene una existencia. Todo esto conlleva a poder sentirnos vivos, seres que existen y encontrar el sentido a nuestra vida, que no es otro que el de vivirla sin más. La felicidad/serenidad va la mano de tener esta emoción sana de ser conscientes de que existimos", comenta.
Y matiza que, por eso mismo, al existir tenemos un valor, independientemente de los valores que tengamos como personas inteligentes, no inteligentes, ricas, pobres, cultas, incultas, con éxito profesional, sin éxito profesional… Todo va de la mano al valor que tenemos como individuos y cuando eso lo hacemos conscientemente, es el punto de referencia, el ancla de donde partir para obtener la tranquilidad, serenidad, aplomo que para mí es la clave de la felicidad.
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Consciencia de soledad
Hay que partir de la base de que el ser humano es un ser social pero también es un ser individual. Es un individuo que convive con su propio sistema y es un ser también que convive en el sistema donde hay otros. "Para mí, no son dos conceptos que se deban aprender al mismo tiempo. Para mí es muy importante que el individuo aprenda primero a conocerse, que la soledad no sea un castigo, sino que sea una opción. Además, el paradigma debería venir de la siguiente manera: si yo sé estar solo, entonces voy a ser mucho más feliz en las relaciones con los demás y mi vida va a ser mucho más completa y serena. Desde el aprendizaje de saber estar con nosotros mismos, sabremos reflexionar, discernir, gestionar los miedos, los pensamientos, el futuro, el pasado o el presente. Desde ahí, insisto, es muchísimo más fácil vivir después en sociedad", comenta.
Por tanto, en su opinión, uno de los pilares básicos entonces de la felicidad/serenidad es la consciencia de que estar solos no es sinónimo de ser menos feliz, sino de todo lo contrario, si tenemos en cuenta que la felicidad está de la mano del aprendizaje, el peso que ponemos solamente en nosotros, en la relación con nuestros propios momentos de soledad, entendida como aprendizaje de relacionarse con uno mismo.
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Consciencia de la posesión y las expectativas
"Es frecuente escuchar a personas que te dicen que debes ser feliz porque tienes hijos, tienes un buen trabajo, tienes dinero, tienes gente que te quiere, tienes, tienes, tienes…", cuenta Pilar Guerra. De este modo, la felicidad toma un cariz o matiz de consumismo y esa no es la verdadera felicidad ya que la felicidad es de dentro afuera, no de fuera dentro. La necesidad de tener cosas y personas para ser feliz se apoya en tener que consumir cosas desde fuera y es todo lo contrario, lo óptimo es tener cosas propias, nuestras actitudes y aptitudes, que una vez más nos hagan libres, sin tener que depender de nada o nadie, por encima del consumismo.
"Unido a esto se halla el tema de las expectativas, o sea, que debemos evitar a toda costa. Uno de los pilares básicos de la felicidad es no esperar jamás nada de nadie; no esperar mucho de nosotros mismos; y no esperar que nadie espere de nosotros. Las expectativas hay que mantenerlas a raya dentro del concepto de posesión, porque la felicidad tiene que ver con la triada: necesidades, deseos y expectativas", matiza.
Así, en nuestra lista de necesidades tenemos que ver si éstas se convierten en deseos y si esos deseos se pueden cumplir porque las expectativas son realistas. La expectativa -como esperar el amor de los hijos, la aceptación de los padres o un novio para ser felices-, alcanzable o no, produce en muchas ocasiones frustraciones y una persona frustrada no es feliz. En cuanto a las expectativas con nosotros mismos, tenemos que esperar que vamos a cometer fallos y ser conscientes de que esos fallos son parte integrante de la vida. Hay que mantener a raya también distorsiones como las expectativas sobre la generosidad o el deber. "Debemos tener muchísimo cuidado con las creencias limitantes que, en muchos casos, hemos heredado. Debemos pararlas y reconducirlas bajo nuestro propio criterio para nuestra propia tranquilidad y serenidad", sugiere la psicóloga.
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La consciencia de priorizarnos
Otro de los pilares básicos para la felicidad estriba en desarrollar nuestro ser individual, satisfacer primero nuestras necesidades antes de las necesidades de los demás. "En la película de Náufrago se ve cómo el personaje que caracteriza Tom Hanks puede estar solo, centrado en los objetivos de cubrir sus necesidades y su mente y tira la toalla cuando Wilson la pelota que él humaniza se pierde en el mar, cuando siente que no quiere seguir luchando. Es un ejemplo claro de cómo se prioriza a los demás. Priorizarnos supone mucho más esfuerzo, requiere de muchísima valentía, la valentía de conseguir objetivos difíciles. Una vez que se consiguen, llegamos a sentirnos orgullosos de nosotros mismos, plenos y cuando nos sentimos plenos, nos sentimos felices", cuenta con detalle la experta.
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Estructura de coherencia
La felicidad se alcanza cuando nosotros somos coherentes y la coherencia se alcanza cuando somos respetuosos con la estructura que tiene el ser humano, que está compuesta por los pensamientos o ideas, sentimientos o emociones y las conductas que hacemos. Cuando no hay coherencia entre nuestros pensamientos y nuestros actos, generamos unas emociones contradictorias. En definitiva, la experta nos explica que hay una lucha que nos desestructura y cuando no estamos estructurados no es posible la felicidad; la lucha continua con nosotros mismos con batallas mentales nos lleva a un grado de insatisfacción permanente. Por ello, es importante ser conscientes de que, si esta estructura de pensamientos, emociones y conductas no bailan al unísono, no se puede ser feliz.
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Inteligencia emocional
"Conocida también como consciencia emocional, se refiere a la capacidad del ser humano para conocer que existen emociones, identificarlas y saber gestionarlas. La felicidad/serenidad pasa por estar informados de que nosotros como seres humanos podemos regular estas emociones y no tanto querer evitar las que consideramos negativa. La tristeza, la ira, la angustia, la pena, la rabia… las consideramos emociones negativas porque están en la parte negativa, opuesta a la positiva. Hay un polo positivo y un polo negativo, como las pilas, y las emociones no son malas por estar en el polo negativo. La gente se cree que la felicidad consiste en estar siempre en el polo positivo y la felicidad no consiste en eso, consiste en estar sereno por saber en el día a día que las emociones negativas como la tristeza o la ira son lícitas", detalla.
Y matiza que feliz es aquella persona que sabe que hay días que va a pasar por momentos de infelicidad, momentos de tristeza y no por eso deja de ser feliz. La gente asocia la felicidad con la risa y la felicidad de verdad llega en el momento en el que te sientes pleno aun estando triste porque es una emoción lícita. Saber manejar todo esto desde nuestra inteligencia emocional es un poder que tenemos. Ser feliz no es ser naif ni frívolo, ser feliz es tener un desarrollo emocional contundente como para saber que la vida conlleva miles de cosas negativas y lograr normalizarlas, con la capacidad de estar sereno para afrontarlas.
'Carpe diem'
"Vivir el aquí y el ahora y el concepto del carpe diem es el pilar para mí más potente para la felicidad, porque en realidad osamos pensar que tenemos el control de nuestra felicidad, entre las frustraciones del pasado y los miedos o expectativas del futuro, y olvidamos que lo único que tenemos seguro es el momento actual, el minuto, el instante actual", comenta.
Entonces, la felicidad es la consciencia plena de vivir, ser consciente en cada momento de que lo único que tenemos es lo que estamos viviendo, sintiendo, tocando… Cuando somos conscientes de esto, podemos poner nuestros cinco sentidos en lo que hacemos como si fuese lo último.
La consciencia plena requiere de compromiso, de muchísima concentración, esfuerzo y aceptación. Posicionarnos donde estamos, estar en contacto con la tierra es lo que nos proporciona la verdadera felicidad.
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