¿El mal humor envejece? Te contamos cómo algunas emociones pueden afectar a tu piel

Hay un dicho que afirma que la cara es el espejo del alma. Y no podemos negar que da en el clavo. Cuando tenemos un problema, cuando estamos de mal humor, estresados... nuestra piel se puede resentir. “Está demostrado que cualquier problema o situación estresante condiciona la composición proteica de la piel afectando a su elasticidad y luminosidad. Además, actualmente se está investigando mucho sobre la microbiota facial (las bacterias que aparecen en nuestra piel) y se ha visto que se modifica ante situaciones estresantes, provocando inflamación e incluso enfermedades de la piel como dermatitis, psoriasis, rosácea o acné”, nos explica la doctora Rocío Mourelle de Clínica Trevi.

Y es que nuestros órganos, entre ellos la piel, obedecen a procesos fisiológicos que van variando conforme se pasa de un estado de ánimo a otro. Por ejemplo, el mal humor, además de alterar el organismo, dibuja en el rostro numerosas líneas de expresión.

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Los gestos y la piel

Es por esta razón que, cuando estemos expuestos a momentos de ira o de irritabilidad, debemos tener en cuenta los diferentes perjuicios que éste tiene para la piel:

• Las líneas de expresión y las arrugas debidas a los gestos realizados.
• El enrojecimiento del rostro al activarse el sistema circulatorio y comenzar a funcionar mucho más rápido.
• Por último, la dermatitis, que responde a la inflamación y a la resequedad de la dermis.

¿Suele tener más arrugas una persona que gesticula más? “Muchas veces influye no sólo cuanto gesticulamos sino la predisposición genética y el estilo de vida que llevamos. Por supuesto, gesticular mucho hará que se marquen más las arrugas, pero no es el único factor que las provoca”, matiza la experta.

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El ceño fruncido

El ceño fruncido es una de las arrugas más características que aparecen por forzar un gesto. “Las arrugas que aparece en la glabela, que es como llamamos al ceño fruncido, son consecuencia de forzar el gesto cuando nos enfadamos pero también aparecen por ejemplo, cuando nos molesta el sol y no llevamos gafas de sol. Es uno de los principales motivos de consulta en medicina estética y es importante prevenirlas antes de que se vuelvan estáticas”, explica la especialista.

Otras emociones que afectan a la piel

Además del mal humor, existen otras emociones que se experimentan a lo largo de la vida que también pueden afectar a la piel:

• Estrés. Cuando estamos estresados, la piel se vuelve opaca por la falta de relajación, a la vez que aparece el acné, debido a la alta producción de cortisona. Pero es que, además, el estrés también puede causar arrugas y líneas de expresión.
• Miedo. Si afrontas una situación que te provoca temor, puede ocurrir que tus ojos se abran mucho más de lo habitual y se levantarán también las cejas, provocando arrugas en la frente.
• Depresión. Las consecuencias más visibles del rostro cuando se sufre de depresión son la hinchazón de ojos y la aparición de ojeras. También hay que destacar la interrupción en el proceso de regeneración celular, lo que acelera la aparición de líneas de expresión, a la vez que apaga la luminosidad de la piel.
• Tristeza. Hay que tener en cuenta que las personas que están tristes no suelen querer salir a la calle, por lo que se verán faltas de Vitamina D, lo que puede hacer que su rostro se muestre más pálido. Además, cuando se está triste se suele llorar, un gesto que no es bueno para el rostro: las lágrimas deshidratan la piel y pueden provocar la aparición de bolsas y de patas de gallo alrededor de los ojos.

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El estrés, enemigo de tu piel

Nos planteamos si es el estrés uno de los grandes enemigos de nuestra piel en la actualidad. “Hoy en día con el estilo de vida que llevamos el estrés es un factor importante en el envejecimiento cutáneo, pero también lo es el tabaco, la exposición solar y la alimentación. Por lo tanto, es importante controlar todos esos factores para tener una piel bonita y sana”, apunta la experta, que añade que, por este motivo, los expertos recomiendan relajarse y, sobre todo, sonreír, aunque no demasiado ni a carcajadas, porque esta mueca también puede llegar a provocar líneas de expresión muy marcadas, especialmente alrededor de la boca y en el surco nasogeniano.

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