La hipnosis nada tiene que ver con convertirte en una gallina o hacer aquello que el hipnotizador desea que hagas. Ni con espectáculos de entretenimiento. De hecho, se utiliza en terapia y la hipnosis puede tratar la ansiedad, ayudarte a dormir o que dejes de fumar. Para conocer más sobre este tipo de terapia, hablamos con el psicólogo, José Martín del Pliego, responsable del área de psicología del Centro Médico Los Tilos, así como delegado de la Escuela Oficial de Hipnosis de Castilla y León.
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¿Qué es la hipnosis?
Existen muchas definiciones de hipnosis. Pero podemos resumirla en que se trata de un estado de sugestionabilidad que se produce a través de una inducción. No es lo mismo que estar dormido o simplemente relajado porque, además, las percepciones de aquello que sentimos son distintas a la de un estado de vigilia.
De forma espontánea entramos en estados similares todos los días. Uno de esos momentos es cuando estamos medio dormidos, cuando descansamos y desconectamos “mirando al techo”; cuando miramos al fuego o el mar; o, simplemente, cuando vemos una película y nos metemos en ella empatizando con los personajes.
Se traspasa la parte crítica de nuestro neocórtex, la zona que se encarga de pensar y que nos dice lo que es real y no lo es; así, la persona se enfoca de manera más potente a las percepciones internas, sensaciones físicas o aquello que recuerda o imagina.
¿Qué no es la hipnosis?
Para que el inconsciente de la persona permita entrar en ese estado hipnótico, con las menos alarmas posibles, se realiza con el paciente una charla previa donde se aclaran los siguientes aspectos.
No se pierde el control. El paciente siente lo que ocurre en todo momento y saldrá del estado si lo requiere. No ocurre nada que esté en contra de los principios personales del paciente. Por lo tanto, el hipnotista NO tiene bajo su poder al sujeto.
Como la persona siente todo lo que está ocurriendo, no perderá la parte consciente e, incluso, puede hablar con el terapeuta o moverse manteniendo el estado hipnótico.
Nadie se queda atrapado en un estado hipnótico del que no pueda salir.
Antes se creía que el hipnotizado era una persona débil mentalmente y, sin embargo, es todo lo contrario. Cuanto mejor sea ese cerebro que vamos a hipnotizar, entrará en hipnosis de manera más potente.
Si el hipnotizado quiere mentir podrá hacerlo porque la hipnosis no es un detector de mentiras.
Y, por último, sus recuerdos son percepciones y memorias de –tal vez– hace muchos años. No se tienen que ajustar estrictamente a la realidad objetiva.
¿Puede la hipnosis tratar la ansiedad?
Los psicólogos usamos la hipnosis como herramienta para multitud de problemas. En adicciones, por ejemplo, se ha convertido en algo muy popular para dejar de fumar, pero sirve como ayuda en casi todas ellas.
Ansiedad, depresión o traumas son algunos de los usos más comunes. Tanto como para el acceso a todo aquello que tenemos enterrado y nos afecta en la vida presente.
Ayuda también a regular el nivel de activación del sistema nervioso, siendo útil a cualquier edad, también con niños.
Es la hipnosis, asimismo, muy utilizada para el aumento del rendimiento deportivo y multitud de atletas o deportistas de élite mejoran con ella sus resultados.
En suma, es una herramienta más de las que tenemos en consulta, pero bajo mi criterio profesional, de las más útiles y potentes.
¿Todo el mundo se puede hipnotizar?
Como el estado hipnótico de nuestro cerebro es algo natural, todo el mundo puede entrar en el mismo. La capacidad de cada uno depende más de las defensas de la persona, que se quiera mantener en control todo el tiempo, o de las dificultades que pueda tener para seguir las instrucciones del terapeuta. Precisando eso, con las diferencias que pueden existir interpersonales, cualquiera puede entrar en hipnosis con distintos niveles de profundidad.
No existe, además, ningún tipo de riesgo conocido en la hipnosis. Y aún menos si se utiliza de forma deontológicamente correcta.
¿Qué se puede averiguar en una sesión de hipnosis?
Se puede recuperar material reprimido de cualquier periodo de la vida de la persona. No siempre resulta fácil, porque son recuerdos de un niño muy pequeño o de un momento en el que la persona vive algo tan fuerte que supera su capacidad de poder afrontarlo y lo borra para sobrevivir; pero queda ahí, teniendo su efecto en el presente.
Ese dolor reprimido se guarda muy profundo y el acceso a ello destapa una historia que, en consulta, se puede trabajar.
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¿Cuáles serán los beneficios?
Lo cierto es que la hipnosis es mucho más eficaz y rápida que terapias conversacionales, porque trabajamos en las zonas donde se esconden los problemas, de forma mucho más profunda; sin poner 'tiritas' momentáneas que vuelvan a traer el asunto en poco tiempo. La 'parte de pensar' no dispone, la mayor parte de las veces, de la información necesaria para la cura; es en los espacios que se activan a través de la hipnosis, donde reside la información relacionada con la problemática de nuestro paciente.
En cuanto a las sesiones, cada problema tiene sus necesidades. Para dejar de fumar, por ejemplo, se usan una, dos o tres sesiones. Sin embargo, para otros temas más delicados se necesitan más y, a veces, hay que ir sorteando esas defensas que nos impiden llegar al fondo del problema.
Por último, hay que indicar que la hipnosis se puede adaptar a las necesidades de cualquier persona, sea cual sea el motivo de su consulta.
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