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Si tienes cambios rápidos y extremos en tu estado de ánimo, puedes padecer labilidad emocional

Se puede pasar de la risa al llanto sin motivo


3 de febrero de 2022 - 12:41 CET
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Las emociones se suceden a lo largo de nuestro día a día. Podemos pasar de la tristeza a la euforia en poco tiempo. Aun así, hay personas muy estables a nivel emocional, no muestran apenas altibajos llamativos. Pero en el otro extremo, hay quienes manifiestan cambios exagerados de humor o en su estado de ánimo de forma abrupta, a veces inesperada. Estamos ante lo que en psicología se conoce como labilidad emocional. Este concepto, tal y como nos explica la psicóloga Alba Sanz, de mundopsicologos.com, hace referencia a cambios que se generan de manera descontrolada en nuestro estado de ánimo.

 

“Son cambios muy abruptos, que pueden producirse con un desencadenante externo previo o no, y que no suelen durar mucho tiempo. Estos cambios exagerados en nuestro humor no se producen de forma continua en el tiempo, sino que se producen como episodios entre los cuales la persona vuelve a su estado emocional base”, nos detalla. Y nos pone un ejemplo muy claro para que entendamos mejor el concepto: “Un ejemplo de labilidad emocional sería si nos ponemos a reírnos de una forma muy exagerada y sin que sea congruente con nuestro contexto, o cuando se produce un llanto desconsolado que no somos capaz de calmar”.

 

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Así se manifiesta

¿Qué señales nos pueden indicar que alguien la padece?

-Como veíamos en el ejemplo anterior, no es solo cambiar de humor, aunque de una forma brusca, sino que también, la misma expresión emocional es desmedida, y no siempre congruente con lo que se espera, por ejemplo, ante una situación triste, puede dar un ataque de risa.

-Ese estallido emocional dura minutos, no suelen ser más prolongado en el tiempo.

-Pueden mezclarse emociones, es decir, se puede pasar de llanto a risa.

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¿Una señal preocupante?

Nos planteamos si la labilidad emocional puede ser precisamente el síntoma de que padecemos otro problema de salud mental. “No solo de salud mental, sino de salud física también”, apunta la experta, que manifiesta que en primer lugar, hay que realizar un buen estudio de esto, ya que podemos confundir labilidad con inestabilidad emocional, ciclotimia o trastorno por bipolaridad, por ejemplo. “Es esencial saber diferenciar, entender y evaluar qué es exactamente lo que estamos viviendo, ya que esas cuatro tienen formas de sobrellevarse y tratarse muy diferentes”, apunta.

 

Además, en su opinión, la labilidad puede ser un síntoma de otras dificultades en nuestra salud, por lo que funcionan como indicadores que será importante tener en cuenta ante enfermedades como: Parkinson, esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica, alzheimer, depresión, autismo, o trastorno límite de la personalidad. “Por ello es importante ver la posible existencia de alguna de estas, y una vez descartadas, determinar si estamos ante la labilidad emocional”, recomienda la psicóloga.

 

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¿Cuáles son sus causas?

Es importante determinar por qué se producen esos cambios de humor abrupto, esos altibajos emocionales. Las causas, tal y como nos detalla la especialista, pueden ser muy diferentes:

1. Pueden venir de nuestra historia personal o estilo de vida.

-Un nivel muy alto de estrés que se extiende en el tiempo.
-Hábitos de vida desequilibrados. Alto ritmo de trabajo, dormir poco o mal, mala alimentación, consumo de sustancias...
- Traumas que se originan en la infancia. Un trauma es una experiencia que no somos capaces de integrar por el gran impacto emocional, normalmente, tenemos una serie de mecanismos de defensa, que en un comienzo nos ayudan, sin embargo, a la larga nos suelen perjudicar.

2. También puede venir por sustancias externas.

-Consumir de forma habitual del alcohol, fármacos u otras drogas.

3. Y por último, debido a alteraciones neuropsicológicas.

-Daño cerebral. Puede generarse un daño en el área encargada de la regulación emocional, generando así, estás consecuencias. Este daño puede deberse a un accidente cerebro vascular, epilepsia, esclerosis múltiple o lateral amiotrófica, o por una lesión cerebral traumática. Esta suele ser la causa más habitual.
-O también debido a un traumatismo craneoencefálico.

 

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¿Suele ser un estado que se prolonga en el tiempo?

“Suele darse como episodios, duran muy poco, y vuelven a producirse, cuando ya ha transcurrido tiempo. Y puede prolongar así, de forma intermitente, dependiendo de cuál sea su causa y qué tratamiento le estemos dando.
Por ejemplo, si la causa es una lesión, a los meses se puede apreciar una mejoría en los síntomas”, nos detalla Alba Sanz.

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Así debes actuar

¿Cómo se debe manejar este problema? La psicóloga da las siguientes recomendaciones:

-Es importante comprender qué estamos viviendo y por qué. Una vez tengamos esas respuestas, podemos comprender un poco nuestra situación y generar unas sensaciones diferentes.

-Buscar tener un estilo de vida que no sea limitado, y disfrutarlo.

-Darnos nuestro tiempo y espacio, sobre todo cuando nos exponemos a ámbitos sociales.

-Muchas veces resulta muy complejo hacerlo solo/a, por ello es importantísimo contar con un profesional.

 

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En busca de ayuda profesional

En estos casos, recurrir a la ayuda de un experto es fundamental. “Es importantísimo tener ayuda profesional, ya que, lo mínimo que suele vivir una persona que esté viviendo labilidad emocional es una sensación muy aversiva de vergüenza. Al verse y reaccionar de una manera descontrolada de esta forma, también suelen aislarse más de los demás, evitar situaciones con mucha gente, tienen sensación de incomprensión, y suele dificultar mucho, por las sensaciones, desconocimiento y reacciones, el vincularse con otras personas, tanto a nivel de amistad como de pareja”, nos cuenta.

 

Además, detalla que a la hora de encontrarse a gusto en un trabajo suelen tener bastantes bloqueos por lo explicado anteriormente, por lo que uniendo las dos, ya vamos percibiendo que la calidad de vida disminuye de manera notable, dificultando los apoyos sociales, la red de seguridad y las vinculaciones íntimas.

 

“La sensación de soledad es muy frecuente, y con esta, aparecen la baja autoestima, el culparnos, criticarnos, hablarnos mal. Y por último, puede dar lugar a padecer de depresión”, afirma. Por lo que, junto a un profesional, se puede trabajar en entender la situación, manejar esas emociones que tanto dolor nos provocan, y reestablecer una nueva estrategia y estructura para nuestros vínculos, además de, recuperar la autoestima que va a ser esencial como motor de cambio.