"Convivir es el arte de compartir, conectar, comunicar y confiar, algo que la pandemia nos ha obligado a revisar en profundidad". Esa es una de las cartas de presentación que hace la psicóloga Laura Rojas-Marcos sobre su libro Convivir y compartir, publicado por Grijalbo, en el que tarta de darnos todas las claves necesarias para relacionarnos de forma saludable tanto con los demás como con nosotros mismos. Una misión en la que hay que poner voluntad y esfuerzo, pero que nos dará muchas satisfacciones si conseguirlos llevarla a buen puerto. Y es que la vida, desde que nacemos hasta que llegamos al final de nuestros días, se basa en esa convivencia. Acabamos de vivir una crisis inesperada, cruel en muchos casos, que ha trastocado muchos de nuestros esquemas: vemos menos a nuestros compañeros de trabajo, hemos pasado tiempo en soledad y hemos echado de menos a nuestras familias. Por eso, ahora toca poner todo en orden de nuevo, revisando cómo nos relacionamos y si lo podemos hacer de forma más saludable y armónica, gracias a sencillas estrategias, tal y como nos ha contado la autora, con quien hemos tenido la ocasión de hablar.
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Somos seres sociales, pero la pandemia frenó en seco durante un periodo de tiempo nuestra vida. ¿Aún seguimos arrastrando las consecuencias de aquellos meses?
Lamentablemente sí, y aún nos queda mucho trabajo por delante. A nivel global hemos recibido un golpe muy duro en todos los aspectos, tanto personales, económicos, sociales, familiares, emocionales...etc...por esta razón, más que una pandemia, estamos viviendo una sindemia. En el campo de la salud mental las consecuencias están siendo muy evidentes, como indicó la revista científica Lancet, han aumentado las ventas de fármacos para la depresión y la ansiedad en un 170%. Las consultas de los psicólogos y psiquiatras en el sector público y privado están desbordadas y necesitamos más refuerzos. Muchas personas necesitan ayuda y quieren ayuda. Es más, después de esta experiencia hay mucha más concienciación en la sociedad general sobre la importancia de cuidar la salud mental además de la salud física. Ahora necesitamos actuar y ser proactivos en ofrecer esa ayuda para cuidar a los demás y a nosotros mismos.
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Muchas personas siguen teletrabajando y no quieren plantearse el hecho de volver a la oficina. Desde el punto de vista de la relación social, ¿cómo puede afectarnos este hecho?
Es recomendable evaluar cada caso, ya que dependiendo de la labor que se realice quizá se puede considerar el teletrabajo como una forma de trabajar a incorporar en los equipos de trabajo. Evidentemente no todas las profesiones pueden funcionar con el teletrabajo, y el contacto y los encuentros físicos son importantes. Pero uno de los aprendizajes de esta experiencia pandémica es que en muchos casos también funciona. Quizá lo que hay que tener en cuenta que el teletrabajo también conlleva al aislamiento social e incluso a sentimientos de soledad, por tanto, a la hora de introducirlo quizá es bueno tener unas pautas claras de cómo organizarse para que no sólo se consigan los objetivos deseados, sino que las personas estén bien emocionalmente y tengan el apoyo que necesitan para realizar dicho trabajo.
'Llevo más de un año casi sin salir de casa y sin hacer vida social, pero estoy cómodo'. ¿Es normal (o tal vez deberíamos decir sana) esta frase que más de uno hemos escuchado a lo largo de estos meses?
Cada uno tenemos una personalidad, unas necesidades y expectativas, pero todos necesitamos relacionarnos, aunque sea un mínimo, con otras personas. Independientemente de que seamos más o menos extrovertidos, nos guste más o menos socializar, no debemos olvidar que somos seres emocionales y sociales que necesitamos a los demás para poder sobrevivir. Por tanto, sentirse cómodo sin salir de casa no es un problema siempre que no sea por sentir pavor a salir. Estar en casa feliz es algo positivo, pero permanecer en casa por miedo a salir no lo es.
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¿Podríamos decir que ha cambiado para siempre nuestra forma de relacionarnos con los demás debido a la crisis sanitaria y social que hemos vivido o piensa que todo volverá a ser como antes en algún momento?
De momento ha cambiado nuestra forma de relacionarnos porque para empezar debemos ser responsables y conscientes de la importancia de respetar la distancia física para evitar contagios. Tocar, besar y abrazar se han convertido en una navaja de doble filo, sobre todo en las culturas latinas que tendemos al contacto físico frecuente. En cambio en la actualidad dudamos y nos preguntamos ¿doy o no doy un beso? aunque sea a un amigo o familiar. Ahora somos más conscientes de nuestro cuerpo, nuestros movimientos y sobre todo del efecto que tiene en nuestra forma de relacionarnos con los demás con una mascarilla puesta; hemos tenido que aprender el lenguaje de los ojos y las cejas, así como a convivir con el síndrome de la cara vacía y la dificultad para leer a los demás al no poder ver sus gestos faciales. En mi opinión creo que a medida que las cosas mejoren y la pandemia se vaya disipando poco a poco volveremos a nuestro estado natural y forma de relacionarnos, pero evidentemente, esta pandemia está dejando huella en nuestra memoria emocional y también influirá en nuestras relaciones personales.
Habla de revisar cómo nos relacionamos. ¿Qué factores debemos tener en cuenta para hacer esta revisión?
Conocernos a nosotros mismos es un pilar esencial a la hora de relacionarnos con los demás. Saber cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, nuestras necesidades, deseos, forma de ser, nuestros propósitos y gustos determinarán el tipo de vínculos afectivos que construimos con los demás. Por tanto, hacer instrospección y revisarse, conocer nuestras competencias personales, sociales y funcionales nos puede ayudar a vivir mejor y más feliz. Así como revisamos a los demás también es importante revisarnos desde la humildad. No sólo nos ayudará a identificar virtudes y habilidades, también a averiguar qué aspectos necesitamos mejorar.
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Y menciona también la importancia de relacionarnos, de convivir de una forma saludable. ¿Qué consejos daría para conseguirlo?
Para construir y mantener relaciones positivas y convivir de forma saludable se recomienda tener una actitud respetuosa, cordial y educada. Aunque a veces conectamos mejor con unas personas que con otras, convivir bien implica compartir de forma responsable y respetar los espacios y límites personales de los demás como de uno mismo. Algunos pilares esenciales son la seguridad y la confianza, pero no sólo en relación a los demás, sino también respecto a uno mismo. Aprender a convivir con uno mismo implica conocerse, identificar aquellas cosas que son importantes para uno independientemente de lo que piensen los demás como, los deseos, necesidades, propósitos y saber cuáles son las propias fortalezas y debilidades. Cuando te conoces bien, no sólo puedes gestionar las adversidades mejor y de forma más eficiente, sino que serás más consciente de ti mismo, de tu autocuidado y podrás ser más feliz.
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¿Lo que resume como las '10 C' son, tal vez, la mejor estrategia que tenemos a nuestro alcance?
Convivir saludablemente requiere ser generoso, solidario, saber dar y recibir a la vez que poner límites. Con el propósito de facilitar la lectura y los conceptos más importantes asociadas a la buena convivencia me he centrado en diez claves principales que la mayoría de las personas compartimos y que marcan la diferencia entre tener o no una convivencia saludable. Estas 10 C son: la confianza en los demás y en uno mismo, el compromiso, la comunicación, la cordialidad, la consideración, contribuir, colaborar, la coherencia entre lo que se piensa, siente y se hace, la consistencia y los cuidados, atender y cuidar a los demás y a uno mismo con amabilidad.
¿Cómo podemos detectar que nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno no es saludable?
Cuando sentimos malestar emocional de forma permanente, es decir, intensos sentimientos de ansiedad, miedo, vergüenza, culpa, ira, indefensión de forma crónica en relación a alguien o algo, ya sea con un familiar, compañero de trabajo o en un entorno determinado. Nuestras emociones son nuestro sistema de alarma que nos ayuda a identificar situaciones hostiles, agresivas y tóxicas.
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Las redes sociales han cambiado nuestra forma de relacionarnos y de convivir, ¿no lo cree?
En la actualidad vivimos en un mundo digital y globalizado en que las nuevas tecnologías son un protagonista principal de nuestro día a día. Es una gran herramienta y un avance para la humanidad. Sin embargo, también tiene otra cara y debemos aprender a usarlo bien y de forma responsable. Como comentó Gartner Inc, en el 2022 habrá más de veintiséis mil millones de dispositivos conectados a Internet, mientras que la población mundial es de 7 millones. Todo lo que compartimos en las redes influye tanto en la percepción que tenemos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos, por tanto debemos ser prudentes y cuidadosos ya que también da lugar a engaños, bulos y manipulaciones. Existen multitud de plataformas digitales donde compartir y extraer información, tenemos acceso a un universo infinito de posibilidades que facilita no sólo la conexión interpersonal, sino la posibilidad de trabajar a distancia y colaborar con personas que están en otros países. Sin embargo, no olvidemos que lo que se escriba y se comparta, ya sea nuestro o de otros, permanecerá para siempre en el campo virtual. Tengamos cuidado a la hora de compartir y "compartirnos".
'No me aguanto ni a mí mismo'.... a veces ¿es difícil convivir incluso con nosotros mismos?
Al ser seres imperfectos a veces podemos ser nuestro propio enemigo, sobre todo cuando nos sentimos culpables, inseguros o sentimos que no cumplimos nuestras expectativas o las de otros. Nuestro estilo explicativo, es decir, la forma en la que nos explicamos a nosotros mismos las experiencias positivas o negativas influyen en nuestro diálogo interno y en la actitud que tengamos frente a la misma. Por tanto, cuando nos enfadamos o nos desilusionamos con nosotros mismos reaccionamos con dureza cuando quizá en realidad sería mejor escuchar sin juzgar y desde la amabilidad.
Tal vez la convivencia más complicada sea con las personas denominadas tóxicas: ¿cómo las detectamos y cómo gestionamos la convivencia con ellas en el caso de que no podamos evitarla?
Todos podemos ser tóxicos en un momento dado. Como seres imperfectos nos equivocamos y tenemos días malos. Pero a veces, por fuerza mayor, convivimos con personas que afectan nuestra salud emocional. En estos casos ayuda sobre todo el arte de saber poner límites, de comunicar qué quieres y por qué desde un lugar de confianza y seguridad. Es decir, tener una actitud asertiva. La asertividad nos ayuda a relacionarnos mejor con los demás y con nosotros mismos. Las personas que no saben o tienen miedo a poner límites viven en un estado de ansiedad permanente y a veces sufren e incluso resienten a los demás. No saben cuidarse ni protegerse. Por tanto, la clave es aprender a decir "no" desde la serenidad.
Habla en el libro del kama muta, como una emoción universal. ¿Nos podría dar más pistas sobre este concepto?
Fue estudiada por Alan Fiske de la Universidad UCLA y la Universidad de Oslo y descrita como una emoción intensa y positiva que se asocia con sentirse conmocionado, sobrecogido con un nudo en la garganta, los vellos de punta y cuando se saltan las lágrimas de emoción. Según los estudios es una emoción que favorece las relaciones humanas, porque al provocar una profunda conexión emocional con otros, sentimientos de compasión y deseo de acercamiento. Algunas personas lo sienten con determinadas piezas de música, en una celebración familiar de amigos como un cumpleaños sorpresa o un casamiento, o al abrazar a una persona querida después de mucho tiempo, como ha sucedido tras el confinamiento por la pandemia. En mi caso recuerdo sentirlo al abrazar a mi familia y amigos después de mucho tiempo, o cuando volé por primera vez a Nueva York a ver a mi familia después de dos años sin ir a mi casa.