¿Qué es el autoboicot?
Es un cúmulo de pensamientos internos, que suelen ser negativos, irracionales y muy intensos. Surgen fruto del miedo e inseguridad a salir de lo cotidiano y hacen que dudes de ti, de tus capacidades, de tu conocimiento, de tus competencias, etc. Son como una barrera que te hace permanecer en tu zona de confort aunque esta no te satisfaga en absoluto, sintiéndote bloqueada por un bucle de pensamientos e inacciones. Algunos ejemplos: saber que hay una vacante que te interesa y no optar a ella, dejar de ir a un examen aun habiendo estudiado, inscribirse a un curso y no ir, comprar entradas para un evento y finalmente, hacer otra cosa., etc.
El boicot interno es fruto de un conflicto entre algo que deseas mucho y el resultado de un autoconcepto erróneo sobre tu capacidad o valía para conseguirlo. Y sí, en su origen, hay una autoestima dañada y que requiere atención por tu parte.
"Si tu saboteador interno es tan potente que te bloquea a actuar constantemente o en un área concreta de tu vida, te recomiendo el acompañamiento de un profesional de la psicología para reforzar tu autoconcepto y tu autoestima y que te muestre herramientas para que ese saboteador tenga menos impacto en ti", aconseja Regina Insa de mundopsicologos.com y quien nos ha asesorado en todo este artículo.
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¿Cómo saber si nos estamos boicoteando?
Sabrás que te estás boicoteando cada vez que te propongas hacer algo y sientas:
- una contradicción entre lo que sientes que quieres hacer y lo que finalmente haces. Por ejemplo, quieres hacer deporte, y encuentras cualquier excusa para no hacerlo.
- pensamientos absolutistas sobre que identificarás con Todo/Nada, Siempre/Nunca, Yo no/los demás si, etc. Por ejemplo, Nunca seré capaz de hablar en público.
El autoboicot aparece frecuentemente con los propósitos de año nuevo, el inicio del curso, con cambios de hábitos y rutinas y en las relaciones personales. Algunos ejemplos:
- En enero, me inscribí a un gimnasio. Pago la cuota anual para asegurarme de comprometerme a hacer deporte y mi boicoteador interior me dice: por más que pagues, nunca crearás la rutina y lo dejarás o ¿Adónde vas tú, con esas pintas al gim?, si harás el ridículo estando en tan baja forma
- Quiero bajar de peso. Antes de buscar una dieta o un Nutricionista, mi boicoteador interior me dice: bueno, un par de semanas y como siempre, dejarás la dieta. Si es con el estrés que llevo, solo llego a comer algo rápido, preconizado o pedir comida para llevar.
- Quiero encontrar un compañero de vida y aquel nuevo fichaje de la oficina me encaja por edad y aspecto. Mi boicoteador interior me dice: seguro que está casado o en pareja, ni lo intentes o no estás a la altura con esta edad o ya no tienes edad para ir ligando.
- Por fin me ofrecen el puesto de presidenta de la asociación de baile que tanta ilusión me hace y renuncio porque nunca podré hablar en público en las presentaciones, concursos, etc. que requiere el puesto.
Seguro que algunos de estos pensamientos te suenan y ahora, puedes identificar muchos más que son comunes en tu día a día.
¿Cómo identificar a nuestro boicoteador interior?
Puedes identificar a tu boicoteador interior cada vez que sientas pensamientos contradictorios, en forma de una vocecita interior negativa que frena tu impulso a salir de la llamada zona de confort. Sería eso que llamamos a veces como voz de la conciencia, pepito grillo, diablillo, etc. que aparece ante un nuevo reto, una ilusión, un cambio en lo cotidiano.
Las voces suelen ser o bien una voz que no cree que seas capaz hagas lo que hagas o bien una voz de perfeccionismo y exigencia, que nunca tiene suficiente y siempre necesita algo más o mejor. También es la voz de la censura, de la protección extrema, de la desconfianza.
El boicoteador interno tiene voz de autoridad y exigencia, es castigador, no permisivo y no confía ni cree en ti.
¿Qué solemos decirnos cuando nos boicoteamos?
Quiero un puesto de trabajo mejor y ahora no es el momento. Mejor espero a enero, a acabar este proyecto, a que mis superiores hagan la evaluación anual, a tener el variable anual, …y así sine die.
Me gustaría una vida más saludable, pero espero a que mis amigas puedan para ir al gimnasio juntas o dejaré de fumar con mi pareja.
- Sé que necesito un descanso sin embargo no puedo dejar a los niños con los abuelos ni organizarme para una salida un día al campo con mi pareja,
- Quiero dejar de fumar o hacer deporte no obstante no puedo. Lo intento y no soy capaz. Soy débil.
- Desde que me divorcié no salgo de casa. Podría apuntarme a grupos para salir a hacer cosas en fin de semana, pero no encuentro el ánimo. Ya estoy mayor para eso de ligar
- Sé qué vender la casa y comprar una más pequeña me ayudaría ahora que vivo sola, sin embargo allí se han criado mis hijos, allí está la historia de mi familia, aunque ellos ya no viven conmigo,
- Me preocupa mi relación de pareja, no paramos a discutir. Ni me planteo ir a terapia, es un bache que se solucionará con el tiempo, mientras, trago lo que puedo y cuando no puedo más, me distancio con la tele, el móvil, amigas, etc.
- Mi compañera de departamento no es para tanto, aunque se empeñen en decir que es súper eficiente, yo también lo soy.
- No puedo decir que no cuando en la oficina me dicen que me quede a la reunión de las 19:00. Ya iré al gimnasio otro día
- Si solicito días en el trabajo por la intervención de mi padre, peligra mi puesto de trabajo
- Otro año pagando la cuota del gimnasio para no ir. Nunca seré capaz de ponerme en forma.
¿Por qué lo hacemos?
El boicoteador interior aparece cuando hay una incoherencia entre lo que sientes, piensas y luego haces o no. Equivale a la voz de autoridad y exigencia interior que no tiene piedad contigo misma.
Desde muy temprana edad, entre los 0 y los 7 años, aprendemos el rol perfecto para captar la mirada y la atención de nuestros padres. Es así que se forja el carácter, la personalidad de cada persona. En la educación y según interactúa con el entorno, esa niña va recibiendo confirmación de qué está bien y qué está mal, qué se espera de ella, etc.
De esta manera se va conformando el sistema de creencias, que son como sentencias subjetivas que de forma inconsciente, la niña las considera como ciertas, verdaderas e irrefutables. Las creencias son la base del boicoteador interior. En la etapa adulta, aun cuando de manera consciente, entiendas que son ilógicas, irracionales o que no tienen sentido, a nivel emocional e inconsciente, están grabadas en ti y las sigues. Tu parte madura de mujer adulta las cuestiona y es ahí donde surge el conflicto.
Identificar que no eres tú si no esa identificación con la autoridad le va a dar otro matiz a tu diálogo interno.
¿Cuáles son las consecuencias?
Se bloquea el proceso de mejora y de motivación que todo ser humano siente para su autorrealización, con lo que afecta tu satisfacción y felicidad. Si recuerdas la pirámide de Maslow, la autorrealización es la necesidad última a la que el ser humano aspira a satisfacer.
Directamente, se afecta la autoestima, mermándose la imagen que tienes de ti misma así como también la imagen que proyectas hacia el exterior y hacia los demás. Así, tus relaciones con los demás se verán también afectadas.
Se puede ver afectada tu vida en todos los sentidos, en lo personal y familiar y también en lo profesional.
En grado extremo puede generar dependencia emocional (dependes de los demás, a quién otorgas la validación de quién eres tú y lo que haces) y fobia social (temes relacionarte al no tener seguridad que te relacionas bien). El conflicto interno genera ansiedad que puede llevarte a un cuadro ansioso y a veces, depresión, cuando no sabes qué pensar o hacer frente a ese conflicto interno.
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¿Qué consejos nos dais para dejar de hacerlo?
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Identifica tus saboteadores internos y ubicamos en diferentes áreas de tu vida. Observa que en algunas áreas es muy intenso y en otras, más leve. Observa la estrategia que llevas a cabo cuando el boicoteador es más suave y aplica en el área más conflictiva.
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Dales forma: ponle cara, ojos, voz, y si puedes, nombre. Imagínatelo como una caricatura grotesca. Y establece un diálogo interno, reconócele que quiere lo mejor para ti, que te sientes cuidada y protegida y pídele que confíe en ti, que te permita intentarlo, que ya eres mayor para levantarte si te equivocas, te caes o yerras.
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Reduce su impacto. Es difícil eliminarlos, es fácil hacer que hablen bajito o que tú les prestes menos atención. Pregúntate qué grado de certeza hay en esos pensamientos y verás que pierden fuerza y a fuerza de practicar, crearás el hábito de que vengan más suaves.
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Sustitúyelos por facilitadores o favorecedores: encuentra tu voz interior maternal, que te de ánimos para que no siempre tenga la razón.
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Una vez identificados, es fácil dedicar energía para que desaparezcan, luchar contra ellos. Te recomiendo que utilices esa energía para aceptar que es algo que forma parte de ti. Observa ese momento del boicot interior, tratando de ver qué te quiere decir. Si le prestas atención, desaparecerá. Recuerda aquello: Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, te transforma.
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Pregúntate: Qué ganas haciéndoles caso? Hablo de la ganancia oculta de este tipo de pensamiento. Observando la respuesta, la batalla es más fácil de ganar.
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Algunas claves relacionadas con la exigencia: Cuando te sientas rígida, mímate en tu diálogo interno. Con cuidado, date una oportunidad para hacer las cosas simplemente bien, no siempre perfectas. Entre el blanco y el negro, hay una gran gama de grises. Elige el tono según cada momento. Sin miedo a equivocarte.
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Culparse no siempre es la solución. Practica la responsabilidad más que la culpa, busca soluciones y no excusas.
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Deja de suponer o presuponer. Si supones o presupones, te estás equivocando, ya que bloqueas la acción: crees que algo pasará sin tener la certeza. Arriesgate!
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Fluye con la vida, vive el presente. Suelta el control o la falsa fantasía de que controlar te da seguridad. Vence el miedo a lo incierto, arriésgate a vivir las sorpresas que te guarda la vida, concluye Regina Insa de mundopsicologos.com
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