Todos, en alguna ocasión, nos hemos sentido culpables. Es humano. “El sentimiento de culpa surge en los seres humanos cuando nos hacemos conscientes de haber cometido una falta o infringido un daño a otros”, nos cuenta Laura Palomares, directora de Avance psicólogos, que puntualiza que este sentimiento, al igual que la vergüenza, permite que mantengamos unos límites y normas de convivencia que pueden ser adaptativos. Pero ojo, el problema viene cuando este sentimiento se mantiene demasiado en el tiempo y es excesivo, igual que el de vergüenza, que puede llegar a hacer sufrir en exceso a quien lo padece si es desproporcionado, y resultar invalidante en ocasiones.
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Así son estas personas
La psicóloga parte de la idea de que las personas que muestran una excesiva tendencia a sentirse culpables muy probablemente han aprendido desde la infancia a atribuirse la responsabilidad de casi todo. “Son autoexigentes y creen que deben controlar y poder con todo, ya que de no ser así están fallando a los demás, al no cumplir sus expectativas. Han crecido con la creencia de que sus sentimientos son menos importantes que los de los demás y muestran una baja valoración personal. Esto es muy frustrante y angustioso, ya que no es posible, ni controlarlo todo, ni contentar a todo el mundo”, nos cuenta.
¿Existen diferentes tipos de culpa?
-Tal y como nos explica la experta, una primera diferenciación más básica sería la culpa sana o ajustada, es decir, la que sentimos de forma acorde a un acontecimiento concreto y que dada nuestra capacidad de empatizar y ser conscientes de las consecuencias del error, tenemos la oportunidad de reparar o de aprender de ello.
-El otro tipo sería la culpa neurótica o patológica, que habla de una tendencia aprendida a sentirse culpable muy a menudo e incluso sin motivo. Este tipo genera mucha ansiedad y rumiación de pensamientos que pueden llevar incluso a la depresión.
-Otros tipos de culpa tienen que ver con no atender lo que consideramos nuestras responsabilidades o valores, como la culpa por procrastinar, por dejar asuntos sin resolver, por acceder a algo con lo que no estamos de acuerdo, etc.
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¿Cómo se manifiesta el sentimiento de culpa?
Laura Palomares nos detalla que el sentimiento de culpa se muestra:
-Con pensamientos repetitivos alrededor de la falta cometida.
-Además, angustia y desazón.
-Necesidad de reparación muy intensa.
-Baja autoestima.
-Infravaloración de los propios sentimientos poniendo por encima los de los demás.
-Sentimientos de impotencia e ira hacia uno mismo y en algunos casos hacia los demás.
Cómo actuar
Le preguntamos a la experta qué consejos daría para gestionar esta situación. “Es muy importante atender a cómo de ajustado es nuestro sentimiento de culpabilidad, es decir si es coherente o es desproporcionado, ya que se gestionará de diferente modo. Lo más importante en ambos casos es entender que cualquier fallo es siempre oportunidad de aprendizaje y que de no poder reparar el error o falta, siempre podemos aprender de ello”, nos recomienda.
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Pautas para dejar de sentirnos culpables
¿Qué herramientas tenemos a nuestro alcance? “Si nuestro sentimiento de culpa es desproporcionado y prácticamente permanente, incluso cuando no hay ninguna causa y sin embargo ahí está esa sensación de culpa, que no termina de aplacarse, es bueno revisar en nuestros aprendizajes y educación el exceso de exigencia. En ocasiones, demasiadas correcciones hechas por nuestros padres, enfados recurrentes si se hacía algo ‘mal’, si se nos señalaba lo malo, pero nunca se atendía lo que hacíamos bien, pueden estar detrás. En otras ocasiones aparecen como rasgos de personalidad autoexigentes que no parecen venir de la educación”, nos cuenta la psicóloga.
Y añade que como herramientas es importante sentir que reparamos, bien corrigiendo el error si se puede y se está a tiempo, bien pidiendo disculpas en caso de ser un daño hecho a otros. “Elaborar la culpa, ajustando los pensamientos que sean demasiado negativos y tratar de cambiar el sentimiento de culpa por el de responsabilidad, es muy importante porque ayuda a asimilar lo ocurrido y a poder sacar aprendizajes de ello, a desbloquear el sentimiento en caso de mantenerse y facilitar la acción de reparación”, nos cuenta.