No son pocas las ocasiones en las que pronunciamos esta frase: “No me da la vida”. Vamos demasiado rápido, nos da la sensación de que nunca llegamos a todo lo que tenemos por delante, por lo que nos sentimos desbordados y esta socorrida frase se repite de manera diaria cuando sentimos que el tiempo de cada día se esfuma y las horas se acaban, miramos el reloj y ya son las doce.
"Una sensación de frustración aparece en nosotros, junto con la idea de que hemos sido poco productivos, y la de que nos ha faltado tiempo para hacer y deshacer. Sin embargo, esta percepción de inutilidad bien merece darle una vuelta, ya que quizá lo que nos esté pasando sea que estamos sometiendo nuestra vida a demasiada presión”, nos cuenta la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero.
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¿Por qué en ocasiones nos sentimos desbordados?
⁃El desbordamiento es una ausencia de autorregulación emocional, una falta de desarrollo en el mecanismo de contención.
-Puede aparecer en situaciones de crisis objetivas, cuando hay mucha estimulación externa ya sea positiva o negativa o, por el contrario, puede deberse a cómo interpretamos de manera personal la realidad que nos rodea y de cómo reaccionamos ante ella.
-Nos podemos sentir desbordados cuando aparecen de manera encadenada una serie de sucesos negativos, que no nos dejan tomar un respiro para coger fuerza, gestionarlo y esperar al siguiente suceso para gestionarlo también. El cansancio mental y físico que supone afrontar estas situaciones viene provocado porque el número de sucesos negativos va más rápido que nuestra adaptación a ellos, y seguramente nos quedamos atrapados en un círculo vicioso donde más que aprender a defendernos, aprendemos lo contrario; hemos topado con una gran enemiga denominada indefensión aprendida, que es una sensación de bloqueo emocional, intelectual y conductual, cuya consecuencia es la de no saber por dónde tirar.
-En otras ocasiones, la sensación de que hemos tocado fondo puede darse con la misma intensidad ante la presencia de estimulaciones o sucesos positivos, con alta carga de refuerzo incluso agradables: son los llamados “planes” de ocio o divertimento, que no por ello dejan de llevarnos a la emoción de agotamiento que trae consigo el desbordamiento. ¿Quizá hemos dicho que sí a demasiadas cosas?
-El porqué nos desbordamos tiene que ver con que mezclamos tres áreas muy distintas de nuestro ser humano: las necesidades, los deseos y las expectativas. Las necesidades vienen definidas como aquello que queremos conseguir porque tenemos que satisfacer nuestras carencias. Se diferencian de nuestros deseos en que estos son los intereses o apetencias que tenemos con respecto a conseguir algo. La expectativa, finalmente es la esperanza que ponemos en la posibilidad de conseguir lo que necesitamos y deseamos conseguir. Con estos tres conceptos, ¿tendrá que ver que en ocasiones nos sentimos desbordados porque nuestras expectativas en conseguir los deseos que creemos que necesitamos son demasiado altas? En opinión de la experta así es.
Consejos para abordar las situaciones de desbordamiento
La experta nos cuenta que puede incluso que el desbordamiento sea una actitud y no un problema psicológico. “El ser humano está provisto de una herramienta básica, apenas consciente de su existencia. Esta varita mágica se llama elegir que, por definición, es 'el acto de preferir o seleccionar algo para un fin'. ¿Podremos elegir entre desbordarnos y no hacerlo?”, apunta. Y nos da una serie de consejos para sobrellevar la situación:
¿Ser o hacer?
Son dos conceptos a elegir. Si elegimos orientar nuestra vida hacia nuestro ser, el nivel de consciencia para gestionar nuestro hacer, nuestra conducta, será más elevado. La psicóloga nos cuenta que Sigmund Freud apuntaba que si el ser humano “hiciese” menos, la psiquis mundial funcionaría de otra manera. Cuando estamos sometidos a la vorágine del día a día, surgen problemas y lo comunicamos a los demás, siempre hay alguien que dice: “¿y qué vas a hacer?”, cuando en realidad a veces no hay que hacer nada. En la mayoría de las ocasiones, nuestro estado es de desbordamiento porque de manera poco reflexiva queremos abarcar miles de actividades sin pensar si las necesitamos o no. Y podemos elegir estar allí o marcharnos. No olvidemos que hacer muchas o demasiadas cosas es una manera de consumo, una forma demasiado materialista de vivir.
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Enfrentar o afrontar
Enfrentar el día a día es un concepto que tiene que ver con la acción de lucha. Elegir afrontar el día a día entonces, por el contrario, tiene que ver más con la gestión, con el aprendizaje de poner todas nuestras herramientas de forma práctica y sin meter tanta carga emocional. Nos desbordamos cuando vamos a la carrera, nos sentimos desbordados porque sobrepasamos el límite y nos excedemos en querer ganar todas las batallas.
Pensar o reflexionar
Nuestra conducta de desbordamiento viene dada por una sensación de fatiga física. La antesala de esto es la fatiga emocional, que es consecuencia a su vez de aplicar una serie de pensamientos inconscientes que nos llevan a la trampa de interpretar la realidad a nuestra manera. Pensamientos iguales y repetitivos generan realidades iguales y repetitivas.
Sin embargo, ¿nos hemos parado a reflexionar cuándo nos sentimos excedidos? ¿Sabemos qué tipo de pensamiento estamos utilizando para interpretar nuestra realidad? ¿Tendrán éstos una gran carga emocional que nos lleva a esa sensación de estar sobrepasados? Pensamientos nuevos y positivos generan nuevas realidades positivas.
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Necesidades vs. expectativas
Ante situaciones de “rebose” hemos de reconsiderar si realmente todo lo que hacemos o pensamos tiene que ver con querer dar cabida a todas nuestras necesidades: esto es imposible. Creemos que necesitamos muchas cosas, cuando en realidad hay muy pocas necesidades básicas para poder sobrevivir. El resto es una suma de lo que nos autoimponemos.
A medida que hacemos un análisis de esto, nuestro nivel de expectativa de “querer llegar a todo” disminuye, y con ello la sensación de desbordamiento.
¿Es urgente o importante?
Desear y querer todo para ya mismo también es una expectativa inalcanzable que nos lleva a extralimitarnos y sentir que estamos sobre pasados. Aprender a priorizar eligiendo lo que interesa frente a lo que es estrictamente necesario es una manera de dejar de decir “ya no puedo más”.
Elegir hacer lo urgente nos lleva a hacer las cosas de la mejor manera posible, de la óptima y excelente forma que alcancemos y dejar de estar al lado de la exigencia de querer hacerlo todo. Vigilar el perfeccionismo y aprender a tener siempre una nota de “pendientes” sin hacer, favorece llevar una vida bastante más relajada.
“En definitiva, nos desbordamos cuando creemos que todas las contrariedades son problemas, cuando tendemos a ser víctimas de nuestro ritmo frenético frente a ser responsables de saber pausar, parar y poder reflexionar sobre el tipo de compás que queremos elegir tener”, concluye.
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