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¿Cómo afecta psicológicamente la erupción del volcán a los habitantes de La Palma?

No es extraño que aparezcan cuadros de ansiedad o estrés


30 de septiembre de 2021 - 14:29 CEST
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La erupción del volcán de Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, nos tiene a todos en vilo. Y ni que decir tiene que para las personas que lo están viviendo in situ, con el corazón en un puño, la situación no está siendo nada fácil. Ven cómo tienen que abandonar sus casas, vivir en otro lugar de forma provisional, sin saber si quiera si podrán volver. Y siendo conscientes de que todo tardará mucho tiempo en volver a la normalidad. Muchos factores que pueden influir en la salud mental de los afectados.

 

“Las situaciones de crisis o emergencia suponen un acontecimiento traumático para las personas por sus características, que son la baja predictibilidad, la incontrolabilidad y el impacto negativo que tiene para el bienestar integral de los afectados. Estas situaciones de crisis pueden provocar la aparición de emociones desagradables y de pensamientos negativos, y pueden llegar a favorecer la aparición o exacerbación de cuadros ansioso-depresivos y otras patologías mentales si no se utilizan los recursos adecuados para hacerles frente. Por ello, proveer a los damnificados de herramientas psicológicas adecuadas para afrontar estas situaciones es primordial para la prevención y la promoción de la salud”, detalla Graciela Salvador Juan, psicóloga en TherapyChat, con quien hemos hablado sobre este aspecto.

 

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Un hecho impredecible que genera incertidumbre

Nos planteamos cómo puede afectar, a nivel de salud mental, la erupción del volcán a los habitantes de la isla de La Palma. “La erupción del volcán en la isla de La Palma es una situación de crisis o emergencia que se encuadra dentro de la categoría de ‘catástrofes naturales’. Entendemos ‘crisis’ como cualquier suceso inesperado de alto impacto en el que se ven comprometidas las vidas de las personas, las propiedades, los objetos personales, etc. y que empobrecen a corto, medio y/o largo plazo la calidad de vida. Este tipo de situaciones, por todo lo mencionado, tienen un gran impacto negativo en la salud mental de las personas”, nos explica la psicóloga.

 

Y añade que al tratarse de la erupción de un volcán, nos encontramos ante un hecho altamente impredecible en lo que se refiere al inicio y a la duración de este. “Esto hace que se genere una sensación de incertidumbre entre la población que conlleva la sensación de falta de seguridad y de control de la situación”, anticipa. Pero, por otro lado, como catástrofe natural, los habitantes de la isla pueden experimentar indefensión aprendida, un fenómeno mediante el cual sentimos que no tenemos el control de lo que sucede a nuestro alrededor y que no podemos hacer nada para modificarlo. “Esto genera una serie de pensamientos negativos y emociones desagradables (miedo, frustración, rabia…) que impactan directamente en el bienestar psicológico de las personas”, detalla.

 

Y no hay que olvidar que las consecuencias devastadoras, tales como la pérdida de propiedades, bienes materiales, etc., pueden generar un estado de shock inicial y un proceso de duelo posterior en el que pueden presentarse dificultades de gestión emocional y dificultades en los procesos cognitivos tales como la toma de decisiones, la gestión de pensamientos negativos, etc.

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Un shock tras un momento complicado por la COVID-19

Es un problema que llega, además, después de un momento duro, como el que ha marcado la pandemia del coronavirus. “Así es. En este caso, a la crisis de la pandemia por la que llevamos a cuestas una situación de estrés sostenido durante aproximadamente año y medio, hay que añadir en los habitantes de La Palma y sus allegados el impacto de una segunda crisis”, apunta la psicóloga. Ambas situaciones comparten además características similares por tratarse de fenómenos naturales que se escapan de nuestro control y que generan esa sensación de indefensión y de incertidumbre de la que hablábamos, que a su vez desembocan en el padecimiento de emociones desagradables y pensamientos negativos, por no mencionar el impacto para la salud, el trabajo, la economía, etc., que comparten ambas situaciones críticas.

 

La experta pone un ejemplo muy práctico para entenderlo. “Es como si intentáramos llenar un vaso con agua que ya está lleno. Se desborda, y así es como probablemente se sientan muchas de las personas afectadas por esta situación, desbordadas”. Por ello, considera necesario poner en marcha todos los mecanismos de apoyo, defensa y protección que estén a nuestro alcance para sostener a los habitantes de la isla. Desde los recursos institucionales, gubernamentales, y organizacionales hasta los recursos comunitarios e individuales para intentar paliar desde todos los flancos posibles el dolor y el estrés causados por esta situación.

 

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Cuadros de ansiedad y depresión

Sin duda, es normal la aparición, debido a esta situación de crisis de cuadros de ansiedad o depresión. “La aparición de sintomatología ansioso-depresiva asociada a este acontecimiento es completamente normal. En realidad, es un mecanismo de defensa que nuestro cerebro pone en marcha para hacer frente a la situación. En el caso de la ansiedad, nos ayuda a estar alerta y a mantener la atención y concentración sobre el problema, función más que necesaria en una situación de estas características. En el caso de la sintomatología depresiva, nos ayuda a gestionar la pérdida y el dolor de lo sucedido”, nos detalla la psicóloga.

 

Eso sí, sin embargo, si hablamos de una intensidad, duración y frecuencia de los síntomas elevada, esto es, que impidan a la persona seguir la vida con normalidad dentro de las circunstancias específicas de la situación, sería conveniente consultar con profesionales de la salud mental.

 

Por otro lado, Gabriela Salvador explica que es probable que algunos de los habitantes de la isla puedan experimentar la aparición de un Trastorno de Estrés Agudo. Su sintomatología incluye:

-Estado generalizado de hiperalerta: Insomnio, sobresaltos, hipervigilancia, irritabilidad…

-Reexperimentación de lo vivido: Pensamientos intrusivos, flashbacks, pesadillas…

-Respuestas de evitación: Lugares concretos, acciones, personas…

-Embotamiento emocional: Sensación de incapacidad para procesar y gestionar las emociones.

-Estados de disociación: Reducción de conciencia del entorno, desrealización, despersonalización, amnesia disociativa…

-Deterioro de la capacidad funcional: malestar o sufrimiento, interferencia en el funcionamiento normal, disminución de la capacidad para realizar las actividades habituales…

“Lo esperable es que estos síntomas duren desde el impacto emocional inicial hasta aproximadamente 4-6 semanas tras el mismo. En caso de que este cuadro no se gestione de manera funcional, puede aparecer un Trastorno de Estrés Postraumático, cuya sintomatología es similar añadiendo el componente de cronificación que habría que tratar de forma más intensiva con profesionales de la salud mental”, matiza.

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Personas con patologías previas

Una duda que nos planteamos es si puede un acontecimiento como este incluso afectar a un nivel más serio a personas con patologías previas diagnosticadas relacionadas con la salud mental. Y la experta lo considera probable. “Para ilustrarlo me gustaría compartir un ejemplo. Imagínate que ponemos a un grupo de personas a correr una maratón. En la línea de salida, no todos los participantes salen en las mismas condiciones. Algunos llevan mochilas enormes llenas de pesadas piedras, otros, mochilas más pequeñas también con piedras. Por último, hay participantes que corren sin mochila, y sin piedras. El reto de la maratón es desafiante en sí mismo, así que imagínate lo que puede llegar a suponer correr con el peso añadido de la mochila”, nos explica. “En el caso del suceso del volcán (en nuestro ejemplo, la maratón), las personas que tengan diagnosticadas o no patologías mentales previas (en nuestro ejemplo, los participantes con mochilas y piedras), a priori acusarán el impacto del suceso mucho más que aquellas personas libres de mochilas”, puntualiza.

 

Y nos cuenta que según el modelo de Estrés-Vulnerabilidad-Factores protectores de Liberman, las personas tenemos una vulnerabilidad genética o innata que interactúa con los factores ambientales o las experiencias que vivimos. Si estas experiencias son altamente estresantes, y nuestra vulnerabilidad genética es elevada, es más probable que se desencadenen alteraciones psicológicas. Sin embargo, contamos con una serie de factores protectores que actuarían a modo de escudo que nos ayudan a parar el impacto de la bala lanzada por la pistola de nuestra carga genética y experiencia ambiental. Dentro de estos factores, como factores de protección en situaciones de crisis, encontramos:

-Factores referentes a la situación: No haber perdido seres queridos, no haber resultado heridos, que el suceso haya ocurrido de día.

-Factores referentes a la persona: Capacidad de afrontamiento, red de apoyo social, resiliencia, breve estado de negación o disociación.

-Factores referentes a la gestión del suceso: Estado de calma y bajo nivel de activación, acceso a información de calidad, responsabilidad y actuación de las autoridades y organizaciones, acceso a Primeros Auxilios Psicológicos y a recursos de salud mental.

 

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Consejos útiles

Teniendo todo esto claro, nos plantemos qué consejos les daría a las personas que están viviendo esta erupción in situ, desde el punto de vista psicológico, para abordarla de la mejor manera posible. “Lo primero de todo es entender y aceptar que esta es una situación desagradable, una situación estresante. No por la erupción del volcán en sí, sino por las consecuencias que ello ha traído a todos los damnificados”, nos dice. Y añade, las siguientes recomendaciones:

1. Gestiona las emociones: Identificar, validar o permitir, y gestionar emociones de forma funcional es fundamental de cara a transitar el duelo y la situación de crisis. Reprimir o evitar las emociones puede ser contraproducente.

2. Trabaja la percepción de autoeficacia y gestiona la incertidumbre: Establece qué cosas están bajo tu control y cuáles no. Utiliza la organización y la planificación para actuar sobre las cosas que están bajo tu control, y busca formas para paliar el malestar que generan aquellas cosas sobre las que no tienes el control.

3. Realiza ejercicios para conectar con el presente: Esto ayudará a mitigar el dolor de lo que ha pasado y a no anticipar constantemente lo que pasará en el futuro.

4. Realiza ejercicios de control de la activación corporal: Ejercicios de respiración controlada, ejercicios de visualización guiada o ejercicios de relajación muscular progresiva pueden ayudarte a manejar la activación corporal, lo que repercute directamente en el bienestar emocional.

5. Apóyate en tu red de apoyo social: En esta situación, muchos vecinos y ciudadanos han pasado por lo mismo que tú, por lo tanto, el sentido de comunidad y pertenencia se ve potenciado. Puedes compartir cómo te sientes en grupos de apoyo, e incluso ofrecer/ tener acceso a diversos recursos. Ten en cuenta también a tus seres queridos y apóyate en ellos.

6. Ten libre acceso a información actualizada: Facilitará la sensación de control y seguridad, y reducirá la incertidumbre, lo cual tendrá un impacto positivo en el bienestar emocional. Sin embargo, un sobreuso de la información puede generar más estrés y por su componente reforzador puede generar “enganche” derivando en conductas adictivas. Encontrar un equilibrio entre el uso y el no uso de la información es importante. Para ello, selecciona previamente y planifica los momentos del día en los que vas a buscar información, o establece diferentes tipos de avisos en tus dispositivos electrónicos para las notificaciones realmente importantes.

7. Busca la sensación de seguridad: En un suceso como este, especialmente para las personas que han sufrido pérdidas significativas, la sensación de seguridad es vital para mitigar el malestar y reducir la sensación de indefensión.

8. El papel de las instituciones: Aprovecha todos los recursos que te ofrecen las instituciones, tanto de bienes materiales, como de apoyo psicológico y emocional.

 

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La resiliencia, fundamental

¿Es la resiliencia la clave para superar una situación como esta? “La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas para afrontar las situaciones adversas y salir fortalecidos de ellas. Es muy interesante, ya que supone poner en marcha todos los recursos que tenemos para adaptarnos a la situación compleja que estamos viviendo, por tanto, otros procesos cognitivos como la inteligencia o la creatividad, claves en el enfoque de solución de problemas, se ven también implicados. Además, como ya se ha mencionado anteriormente, la resiliencia forma parte de los factores protectores que nos ayudan a mitigar un impacto derivado de una situación estresante”, nos cuenta la psicóloga de TherapyChat.

 

Por todo ello, la resiliencia es un elemento clave a la hora de hacer frente a esta situación. Y la buena noticia es que es una capacidad que se puede desarrollar y fortalecer. Para ello:

-Practica el pensamiento creativo y enfócate en la solución de problemas.

-Haz una gestión funcional de las emociones.

-Aprovecha todas tus virtudes o puntos fuertes.

-Enfócate en el “aquí y ahora” en la medida de lo posible.

-Pide ayuda en caso de que la necesites.

-Practica la flexibilidad cognitiva y sal de la rigidez y de pensamientos de “todo o nada”.

-Ten claro que hay cosas que se escapan de tu control, y otras que puedes gestionar.

-Plantéate qué aprendizaje sacas de esta situación. No tiene que ser necesariamente algo positivo, pero tal vez hayas aprendido algo sobre tu forma de actuar ante las adversidades o sobre cómo gestionar situaciones difíciles.

 

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