La asertividad es una habilidad del ser humano caracterizada por saber expresar los pensamientos y sentimientos de manera directa, transparente y con un alto grado de honestidad y sinceridad, tal y como nos explica la psicóloga clínica Pilar Guerra Escudero. “De esta misma manera, una persona asertiva es aquella que actúa con respeto frente a las creencias de otras personas del mismo modo e intensidad con que respeta la suyas propias”, añade. Por lo tanto, esta habilidad es un don que permite relacionarnos de manera coherente con nosotros mismos y en las relaciones interpersonales.
“Ser asertivo implica una habilidad social, un término medio adecuado que esté entre los dos polos extremos de comunicación existentes, el polo de la sumisión o pasividad, y el polo de la comunicación agresiva o intrusiva. Además, la asertividad está relacionada con el conocimiento del lenguaje y el buen uso de este. El lenguaje es la capacidad más desarrollada del ser humano, que le sirve como vehículo para poder relacionarse de manera asertiva”, matiza. Le hemos pedido a la experta que nos dé algunos consejos que nos pueden ayudar a ser más asertivos, y nos los resume en este decálogo.
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La empatía, fundamental
En opinión de la psicóloga, la primera pauta para ser asertivo es saber desarrollar la empatía, característica primordial del ser humano, consistente en la habilidad para saber ponerte en el lugar de los demás. “El ser empático facilita el conocimiento de los otros y por ello, tiene más capacidad en la comunicación interpersonal. Tener empatía con el resto de los seres humanos hace que de manera intrínseca hayamos desarrollado nuestra propia auto empatía y la aceptación de nuestra individualidad. Una persona que se acepta, y acepta a los demás, se convierte entonces en un ser empático cargado de asertividad”, apunta.
Aprender a decir “NO”
Pilar Guerra lo tiene claro: “Tener la habilidad de verbalizar un NO contundente, es sinónimo de confianza y credibilidad en uno mismo. Saber decir NO es una muestra de independencia emocional que afortunadamente nos aleja de la obsesión que a veces produce el querer 'estar para todos' y olvidarnos de nuestras necesidades. Decir NO es una muestra de inteligencia emocional. Perder el miedo a que el otro se moleste o se enfade es demostrar y demostrarnos que sabemos salvaguardar nuestras prioridades”.
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Saber decir “NO SÉ”
Pero no solo hay que decir “No”. Apostar por el “No sé” es otra muestra de asertividad. “Cuando nos preguntan o nos piden determinadas acciones, una especie de prisa por contestar sí o no, puede hacernos reaccionar, ajenos a nuestros verdaderos deseos. Decir “NO SÉ” es una alternativa que nos permite reflexionar, tomarnos un tiempo para conectar con nosotros mismos y realmente decir y hacer lo que queremos decir y hacer”, matiza la psicóloga, para quien un “no sé” a tiempo no es una evasiva, sino un derecho humano que nos lleva a auto respetar nuestros tiempos para la toma de decisiones.
Saber hacer peticiones
Una petición es una manera de comunicación en la que empleamos el lenguaje para poder pedir a los demás algo que queremos y deseamos. Aprender a pedir es otra forma de asertividad por la que manifestamos de manera habilidosa nuestro conjunto de necesidades, y por ello, una expresión con tesón de nuestras prioridades. Pedir es otra manera de autoafianzar la seguridad en nosotros mismos, y mantener un buen autoconcepto como personas.
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Saber hacer declaraciones
La declaración no es una conversación, sino que es una manera de manifestar una idea o creencia, ya sea compartida por los demás o no. Ser asertivo es saber manifestarnos, hacer un pequeño comunicado en alto, siendo contundente y no esperar a ser contestado. “Si bien tras la declaración, los demás pueden opinar sobre ella, mantener esta idea de manera firme, va de la mano con el comportamiento asertivo. Declarar es saber mantener el derecho que toda persona tiene para expresar sus ideas o teorías sobre algo, de tal manera que a tanto menos compartida por los demás sea nuestra opinión, más asertivos serán nuestro carácter y personalidad”, puntualiza.
Saber hacer negociaciones
No podemos olvidar que vivimos en un mundo rico en diversidad de opiniones y necesidades. Por este motivo, aprender a negociar es ser capaz de tener un método por el cual lleguemos a acuerdos que cumplan los requisitos de los demás a la vez que los nuestros. “Negociar es un baile con el otro en el que se utiliza la comunicación directa de nuestros deseos y la escucha activa de los deseos de nuestro interlocutor. Negociar es una habilidad asertiva que nos permite ser justos, una mezcla entre priorizarnos y sobre saber ceder sin frustración”, nos dice.
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No necesitar agradar al otro
Ser asertivo va de la mano de no necesitar agradar al otro, por lo que la persona con esta habilidad no suele justificarse cuando se comunica, ni da demasiadas explicaciones cuando pide, declara o negocia. “Utilizar el lenguaje de manera clara, concisa y contundente, nos ayuda a que nuestras opiniones sean creíbles y que estén llenas de fuerza como para poder mantenerlas. Es una muestra de asertividad defender una idea sin tener el aprobado de “tener razón” por parte del otro, y sin esperar la aprobación de los que nos rodean”, explica.
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Uso del lenguaje
Hay que darle también importancia al uso adecuado de los pronombres personales y de los tiempos de los verbos, pues este detalle denota cuando una persona es asertiva o no lo es. En la interrelación con los demás, hablar sobre nosotros mismos en primera persona afianza nuestras habilidades sociales .Tenemos que aprender a utilizar el “yo” cuando hablemos sobre nosotros o hagamos peticiones acerca de lo que queremos y necesitamos. Un “yo” acompañado de un “quiero y necesito o deseo” en tiempo presente favorece nuestra credibilidad y derechos.
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La coherencia cuando nos expresamos
Para la psicóloga, ser coherente entre nuestro lenguaje verbal y el no verbal es otra pauta para conseguir ser asertivos. Y en ello influye, incluso, nuestra postura corporal. “Es fundamental para dar fuerza en la credibilidad en la relación con los demás. Las palabras han de estar en consonancia con nuestros gestos, expresión facial y expresión corporal. Una petición a alguien, con una postura inadecuada, no erguida, es sinónimo de poca veracidad por nuestra parte”, apunta.
Y junto con la postura, hay que tener también en cuenta nuestro tono de voz. “Cuidar el tono de voz nos ayuda también a tener más fiabilidad; un tono demasiado bajo denota intraversión y a veces sumisión. Por el contrario, hablar efectivamente alto puede señalar dominancia e incluso agresividad. La comunicación no violenta está del lado de un tono calmado. Ser asertivo es tener la aptitud y actitud de ser adecuado, observador, y saber reconocer los pequeños matices”, cuenta.
Saber dar y recibir críticas
Transmitir las áreas de mejora a los demás y tener capacidad para escuchar las nuestras es una habilidad del ser adulto que tiende a un buen desarrollo de su inteligencia emocional. “Saber dar y recibir feedback es una habilidad que nos permite ser libres con los demás y aceptar del otro 'el regalo' que supone conocer todo aquello de nosotros mismos que no sabemos. Ser asertivo es una puesta en escena constante de nuestra propia identidad y saber reconocer nuestras vulnerabilidades, lo cual no es sinónimo de debilidad, sino de todo lo contrario es una manera de manifestar nuestras fortalezas”, concluye la experta.
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