Miedo a destacar. Esas tres palabras resumen, en esencia, lo que los psicólogos y sociólogos han bautizado como Síndrome de Solomon. “Se caracteriza por el miedo a destacar, a sobresalir ante a un grupo. Toma su nombre del psicólogo social Solomon Asch que demostró la influencia de la presión grupal sobre las personas con un sencillo pero sorprendente experimento”, nos cuenta la psicóloga de emotium Natalia Márquez. El experimento, una sencilla prueba de visión en la que había que elegir una opción (A, B o C), dio como resultado que solo el 25% de los participantes respondió la opción correcta. ¿El motivo? Siete compañeros, cómplices de Asch, habían respondido la misma e incorrecta opción.
“Cuando se les preguntó al 75% que había fallado, todos explicaron que se habían dejado influir por las demás personas del grupo, es decir, habían optado por la conformidad grupal, incluso sabiendo que estaban dando una respuesta incorrecta”, nos cuenta la experta. En base a ello, Asch determinó que “la conformidad es el proceso por el que los miembros de un grupo social modifican sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”.
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¿Qué rasgos definen su personalidad?
Tal y como decíamos, el síndrome de Solomon se caracteriza por miedo a destacar dentro de un grupo, miedo al qué dirán, a hacer el ridículo. “Se trata de personas donde la necesidad de aceptación social determina su criterio y su conducta; personas vulnerables, con baja autoestima o problemas de autoconfianza, que buscan su estabilidad emocional en la aprobación social”, nos detalla la terapeuta.
“La baja autoestima y la falta de confianza son los pilares sobre los que se sustenta el Síndrome de Solomon, la autoinfravaloración y la creencia de que nuestras opiniones y pensamientos no son suficientemente buenos, que nuestras singularidades sean consideradas como rarezas y no como excelencias y nuestras opiniones van a ser utilizadas para ridiculizarnos”, añade.
Causas
Pero, ¿por qué se puede tener miedo a sobresalir o a destacar sobre los demás? Hay que buscar las causas que nos llevan a esta situación, sobre todo para detectarla y poner, en el caso en el que sea necesario, solución. “Destacar supone exponerse, y cuando uno se expone, cuando es el centro de atención, es más fácil ser blanco de críticas, ataques y envidias. Quedar expuesto a lo que los demás puedan pensar de nosotros nos hace sentir vulnerables, de ahí surge ese miedo a destacar”, matiza.
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¿Tiene que ver con el llamado complejo de inferioridad?
Lo cierto es que al compararnos con el grupo para intentar encajar pueden aparecer sentimientos de inferioridad cuando sentimos que no tenemos nada que aportar al grupo, que valemos menos que las demás personas. “El complejo de inferioridad es un sentimiento de falta de adaptación al grupo, de fijarnos en lo que no tenemos y los demás sí, supone la creencia de que sobresalimos ante el grupo en negativo, es decir, por aspectos que nos avergüenzan. Y, si nos da miedo a destacar por nuestras virtudes y talentos, ¿cómo nos sentiremos si sentimos que destacamos por nuestras debilidades?”, reflexiona Natalia Márquez.
¿Lo tendré?
Una vez conocemos las características de las personas que padecen este síndrome, nos planteamos cómo podemos llegar a la conclusión de que podemos sufrirlo. “Todas las personas de algún modo tienen el deseo de pertenencia al grupo, somos seres sociales y como tal intentamos encajar socialmente. Sin embargo, en las personas con Síndrome de Solomon la influencia social y la necesidad de aceptación es tan intensa que se superpone y arrasa con las opiniones, ideas y creencias propias e interfiere en todas las tomas de decisión. Aparece una alta sensibilidad a las críticas, miedo a expresarse en público, dependencia emocional y búsqueda constante de la valoración por parte del entorno”, nos cuenta.
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Así debemos actuar
¿Cómo debemos actuar si queremos superar los problemas que se pueden derivar de padecer este tipo de síndrome? La psicóloga de emotium nos da algunas pautas para superar los problemas que puede suponer dejarse influenciar constantemente por las opiniones de los demás tienen que ver con:
- Mejorar tu autoestima. Identifica los pensamientos que tienes sobre ti mismo, céntrate en las cosas que te gustan y acepta aquello que no puedes cambiar, transfórmalo de tal modo que te haga único y especial, aprovéchalo.
- Incrementar la confianza en ti mismo. No te infravalores ni dejes que los otros decidan por ti, nadie conoce mejor que tu mismo lo que te gusta y te interesa.
- Ser asertivo. Date valor y defiende tus derechos desde el respeto, busca argumentos en los que apoyarte y no te disculpes por expresar tus deseos.
- Respetar tus opiniones y toma tus propias decisiones. Considera los errores como oportunidades de aprendizaje y no escondas tus fortalezas.
- Evitar compararte con los demás. Céntrate en lo que eres, en lo que puedes aportar y no en lo que piensas te falta por aprender, confía en ti mismo y en tu criterio.
“Y si te está suponiendo un elevado malestar y afectando en tu día a día, no dudes en buscar ayuda psicológica para adquirir herramientas que te ayuden en ese cambio”, concluye.