Ayuno intermitente, dieta cetogénica, paleodieta, cronodieta... son muchos los patrones dietéticos propuestos a lo largo de los años para conseguir controlar el peso, adelgazar y mejorar la salud. ¿Son seguras estas dietas? ¿Me convienen? ¿O pueden no estar indicadas en algunos casos? Entrevistamos a Ramón de Cangas, dietista-nutricionista y biólogo en la rama sanitaria y presidente de la Fundación Alimenta Tu Salud. El experto, que ha publicado el libro Ayuno intermitente (Ed. Oberon, del grupo Anaya), nos explica cómo estas dietas para adelgazar pueden resultar interesantes opciones nutricionales aunque no queramos perder peso.
Ayuno intermitente
Consiste en concentrar las comidas en un horario determinado, por ejemplo, de 8 de la mañana a las 18h y ayunar el resto. Existen varias alternativas. Se puede empezar ayunando 12 horas y hasta un día completo. No solo es una dieta para adelgazar, sino un método que puede ayudarnos a mejorar nuestra salud.
No hay que olvidar que el ayuno voluntario, es decir, restringir alimentos sólidos, es algo que se ha hecho a lo largo de la historia por cuestiones culturales, patológicas, religiosas, por diversas tradiciones y, por supuesto, también de forma involuntaria (hambrunas, guerras…). Nuestros ancestros también lo hicieron ya que durante milenios no tuvieron a su disposición alimentos para comer cada pocas horas, sino que seguramente se alternarían periodos en los cuales se comía mucho más (periodos de caza, de recolección de frutas etc…) con otros de escasez durante horas o días apenas se podría ingerir nada.
En las sociedades modernas, solemos consumir alimentos al menos tres veces al día, mientras que los animales de laboratorio son alimentados a demanda. En este último caso, el consumo excesivo de alimentos con esas pautas de alimentación suele provocar enfermedades asociadas metabólicas (resistencia a la insulina, acumulación excesiva de grasa visceral, etc.), sobre todo, cuando se asocia con un estilo de vida sedentario. Debido a que los animales, incluidos los seres humanos, evolucionaron en entornos en los que los alimentos eran relativamente escasos, desarrollaron numerosas adaptaciones que les permitieron funcionar a un alto nivel, tanto física como cognitivamente, cuando se encontraban en un estado de privación de alimentos/ayuno. Por ello, ¿es bueno el ayuno intermitente?
Pros: es una herramienta dietética que puede ser útil (como otras) para adelgazar, para controlar el peso corporal, y para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, crónicas y que puede ser beneficiosa para la microbiota intestinal.
Contras: en personas con trastornos de la conducta alimentaria, puede ser perjudicial.
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Dieta cetogénica
Aunque no se puede generalizar (depende mucho de cada persona, de su actividad física, composición corporal etc..) en general, se habla de una dieta cetogénica cuando el aporte de hidratos de carbono es de no más de 20-50 gramos al día, ya que en dichas circunstancias se generan los llamados cuerpos cetónicos. Aun así, y por los motivos antes comentados, no es conveniente tomar esa cifra como un valor determinante.
Los cuerpos cetónicos son unas moléculas cuya producción se maximiza en ausencia de hidratos de carbono. Realmente, cuando nuestro organismo utiliza la grasa como fuente de energía, oxida los ácidos grasos en las mitocondrias celulares (en especial, en el hígado) y en este proceso se forman tres moléculas (acetona, betahidroxibutirato y acetoacetato, éste último puede proceder del colesterol) que se conocen como cuerpos cetónicos.
Pros: es una dieta para adelgazar que, supervisada por un nutricionista, puede estar recomendada en algunas personas. También puede ser útil si se sufre una enfermedad del corazón o metabólica. Pero dónde sí está justificado su uso es en determinadas patologías (como epilepsia refractaria). De hecho, actualmente, la evidencia científica parece demostrar un mayor beneficio en ciertos tipos de epilepsia (mioclónica atónica, síndrome de Dravet y epilepsias en displasias corticales) y en dos trastornos metabólicos como la deficiencia del transportador de glucosa (GLUT-1) y la deficiencia de la piruvato deshidrogenasa cuando se utiliza esta dieta.
Contras: en ciertas enfermedades renales y hepáticas no se puede utilizar debido a la liberación de estos cuerpos cetónicos. Además es bastante restrictiva y por ello dificulta que la podamos seguir.
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Paleo dieta
Este tipo de dieta consiste en seguir el patrón de alimentación de nuestros ancestros, que se basaba, sobre todo, en productos que podían recolectar o cazar: frutas, frutos del bosque, verduras, carne, pescado, huevos y en evitar los ultraprocesados.
Aunque también se evitan otros como los cereales y legumbres. Se trata de una dieta que puede ayudar a quemar calorías y a adelgazar. También es buena para combatir ciertas enfermedades como la diabetes o las de corazón.
Pros: es una opción saludable, aunque es más restrictiva que la dieta mediterránea, sobre la cual hay mucha más evidencia.
Contras: restringe, sin necesidad, grupos de alimentos saludables e interesantes como cereales integrales, legumbres o lácteos.
Cronodieta
La cronobiología es una disciplina de la fisiología que estudia los ritmos biológicos, incidiendo tanto en su origen como en sus características y sus implicaciones. Esto tiene especial interés a nivel de estudio del sueño, endocrinología, sistema nervioso, etc.
El hecho de ver que de una forma u otra, en nuestro cuerpo hay ciertos “ritmos biológicos” ha hecho que surja el concepto de ritmonutrición, es decir, una nutrición adaptada a los ritmos biológicos de nuestro cuerpo y que, en principio, se basa en los conocimientos que se tienen sobre cronobiología.
Pros: no se trata de comer a una hora determinada y de forma estricta, sino de adaptarse a nuestros ritmos biológicos, como por ejemplo, no retrasar mucho la comida del mediodía, no cenar mucho o muy tarde.
Contras: no los hay, excepto que el ritmo que llevamos en la actualidad dificulta seguir un horario más saludable.