Para muchos, las vacaciones llegan a su fin. Y la incertidumbre por la vuelta a las aulas o al trabajo presencial, sumado a los horarios irregulares del verano, pueden hacer que te sientas más ansiosa.
Existen muchas técnicas para abordar esta sensación de inquietud. Por ejemplo, ejercicios de relajación muscular, meditación, mindfulness, etc. Pero antes de atacar el insomnio o la dificultad para conciliar el sueño con estas herramientas, es preciso analizar nuestros hábitos de vida, es decir, qué errores podemos cometer que nos ponen más nerviosas y nos impiden desconectar, descansar y dormir bien.
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¿Cómo influye la ansiedad en la salud?
La ansiedad es aquel sentimiento natural de temor o inquietud que toda persona experimenta cuando se enfrenta a situaciones amenazantes, según explica la Sociedad Española de Psiquiatría.
Aunque bien gestionada puede resultar de gran ayuda a la hora de afrontar un episodio difícil, si se mantiene en el tiempo podría aumentar la probabilidad de desarrollar otros problemas como debilitamiento del sistema inmunológico, cansancio crónico, úlceras de estómago, enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios, etc… entre otros.
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¿Qué podemos hacer para vencer la ansiedad?
Según explica la doctora María Sánchez, e-Health Medical Manager en Cigna España, “el origen de esta ansiedad está, en muchos casos, vinculado al contexto de incertidumbre en el que vivimos. Teniendo en cuenta el escaso margen de maniobra con el que contamos para cambiar la realidad, lo mejor es invertir nuestros esfuerzos en la prevención. Para ello, no solo debemos poner en práctica ejercicios o hábitos placenteros que reviertan el sentimiento de tensión y nos ayuden a desconectar, sino también saber identificar aquellos aspectos que, aunque parece que no tienen nada que ver con nuestra situación anímica, sí que afectan a nuestro estado de tranquilidad”.
Con estas pautas, revisamos aquellos 'malos' hábitos que pueden aumentar nuestra ansiedad, nos impidan descansar correctamente y qué podemos hacer para cambiarlos.
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Perder el tiempo y procrastinar
En vacaciones, solemos dar más importancia al tiempo libre, lo cual es algo positivo, tras un año trabajando. Sin embargo, posponer constamente actividades o quehaceres importantes puede ser una fuente de preocupación e inquietud, lo que a la larga, incrementará la ansiedad.
Para evitarlo, lo recomendable es visualizar la recompensa de hacer la tarea a tiempo, contar a los demás lo que se va a hacer para reforzar la sensación de deber, evaluar las consecuencias de la inacción, identificar y visualizar el primer paso para comenzar la acción y darse un pequeño premio tras realizarla.
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Demasiada vida social
Más allá de las responsabilidades laborales, suelen surgir, sobre todo en verano y durante las vacaciones, otro tipo de compromisos a nivel personal, como reuniones familiares, encuentros con amigos, visitas o viajes por cortesía… Todos estos planes, que deben hacerse con la debida responsabilidad individual, para controlar la pandemia provocada por el coronavirus, si se conciben como una obligación, son enormemente contraproducentes.
Para combatirlos, hay varias opciones: desde compartir con los demás la sensación de incomodidad, hasta desestimar directamente su realización. Eso sí, en este caso, habrá que hacerlo con tiempo.
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El desorden
Suele ser habitual que durante las vacaciones prestemos menos atención a mantener un orden en nuestro hogar, la segunda residencia, el apartamento o la casa rural que hemos alquilado para desconectar o la autoracavana. También suele ser normal que seamos un tanto anacrónicos con nuestros horarios de vigilia y sueño. Y todo ello afecta al descanso, además de generarnos ansiedad.
Una de las soluciones para ponerle remedio es imponer el orden en todas las variables que afectan a la vida diaria, y no solo a los artículos personales que nos rodean. Por ejemplo: escribir una lista con las tareas a emprender a lo largo del día y el orden de realizarlas, ponerse alarmas y recordatorios, controlar dónde guardamos las cosas y cómo lo hacemos… Esto permitirá tener todo más controlado, ayudará a administrar el tiempo en base a prioridades y servirá para no dejarse nada por hacer.
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Pensamientos negativos
El hecho de tener más tiempo libre durante las vacaciones puede abocar a analizar en exceso cada situación, encontrar problemas inexistentes y pensar siempre en negativo. A la larga, esta práctica provoca un aumento de la tensión interna y una tendencia a creer que las situaciones son mucho más graves de lo que realmente son.
Para evitar caer en esto, una solución que se puede poner en práctica es la denominada “técnica de parada de pensamiento”, que consiste, tal y como explican desde el Instituto Europeo de Psicología Aplicada, en detener los pensamientos negativos que nos generan malestar emocional, y sustituirlos por otros mejores y más adaptativos.
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Exceso de control
Querer tenerlo todo bajo control durante las vacaciones es una de las principales fuentes de estrés y ansiedad. Para combatir este problema, y más en esta etapa de la historia tan difícil que nos está tocando vivir a causa de la Covid-19, hay que comprender que hay cosas que se escapan de nuestro comportamiento (el clima, las acciones de los demás, el contexto sanitario que nos rodea…) y que, a veces es necesario delegar para que las cosas que sí se pueden controlar salgan bien, pero con ayuda de los demás.
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Otros 'malos' hábitos
Además de estas situaciones que tienen una incidencia directa en nuestra capacidad para relajarnos, existen otros muchos aspectos relacionados con un estilo de vida saludable a los que debe prestarse atención y que también son comunes durante la época estival. Es el caso de llevar una vida demasiado sedentaria, seguir una dieta deficitaria y que conlleve el exceso de consumo de azúcar, fritos y grasas trans, o el abuso de alcohol, ya que también afectan a nuestra capacidad de “reseteo” mental.
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