Si te ha pasado esto alguna vez, tienes que seguir leyendo porque comprenderás por qué te ocurre. Estás viendo un montón de burbujas en una taza de café, los agujeros en una esponja, las pipas de un girasol o las semillas de la flor de loto y de repente sientes un rechazo muy fuerte, casi como si te diera mucho asco y tienes apartar la vista porque te recorre un escalofrío. Se trata de una fobia denominada tripofobia. Científicos de la Universidad de Kent lanzaron una nueva teoría sobre a qué se debe esta reacción. Sugieren que podría venir de muy 'adentro' de nuestro cerebro y responder al miedo a las enfermedades parasitarias o infecciosas. Aunque hay otras teorías.
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¿Qué es la tripofobia?
Este término proviene de las palabras griegas 'trýpa' (agujero) y 'phobos' (miedo) y se trata de una reacción de miedo o repulsión intensa ante imágenes que muestran patrones de agujeros pequeños o protuberancias muy juntas. Aunque no se reconoce formalmente como una fobia en todos los ámbitos de la psicología, muchas personas experimentan un malestar significativo al ver este tipo de patrones. Esta fobia ha ganado popularidad en los últimos años, especialmente en redes sociales, donde imágenes como la vaina de la flor de loto se han hecho virales para ilustrar esta reacción.
Como decíamos, no se sabe muy bien por qué aparece esta reacción de repugnancia y miedo, pero se han propuesto varias teorías. Algunos investigadores sugieren que podría ser una respuesta evolutiva destinada a evitar peligros o animales venenosos. Por ejemplo, algunos de ellos tienen en su piel dibujadas figuras geométricas (por ejemplo, las serpientes). Nuestros antepasados, para protegerse, podrían haber desarrollado esta respuesta para evitar peligros que pudieran comprometer su vida.
Sin embargo, este estudio de la Universidad de Kent sugiere que puede tener más que ver con cómo, en el pasado, nuestro cuerpo aprendió a reaccionar ante señales de enfermedades infecciosas. Y es que muchas enfermedades infecciosas, como la viruela o el sarampión, dejan marcas en la piel que parecen pequeños círculos o bultos agrupados. Lo mismo ocurre con ciertos parásitos, como la sarna o las pulgas, que también pueden formar grupos de círculos en la piel.
Así, nuestro cerebro podría reaccionar de forma exagerada a estos patrones de círculos, porque los asocia con cosas malas, como enfermedades o parásitos. Por eso, si cuando miras las burbujas de café hirviendo y tienes que apartar la vista porque la repugnacia es muy fuerte, tu cerebro podría estar diciéndote: "¡Cuidado, aléjate, hay peligro!'.
Además, este rechazo se mezcla con una sensación de asco, que es diferente al miedo que sentimos con otras fobias, como a las alturas o a las arañas. Las personas con tripofobia, de hecho, también señalan que tienen reacciones en la piel, como si tuvieran bichitos correteando por ella.
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¿Cómo se quita la tripofobia?
El tratamiento de la tripofobia puede depender de la severidad de los síntomas y del grado en que afecta la vida diaria de la persona. En general, se recomienda abordarla de manera similar a otras fobias, combinando técnicas cognitivas con enfoques conductuales. Estos son algunos d elos abordajes terapéuticos para tratar la tripofobia si esta condición deteriora la calidad de vida de la persona que lo sufre.
- Terapia Cognitivo-Conductual: es una de las terapias más efectivas para tratar fobias. Se centra en cambiar los patrones de pensamiento negativos y la respuesta emocional asociada con los desencadenantes tripofóbicos. A través de la exposición gradual y controlada a estas imágenes, las personas pueden aprender a desensibilizarse y reducir su reacción de miedo o asco.
- Técnicas de relajación: practicar técnicas como la respiración profunda, la meditación o la relajación muscular progresiva puede ser útil para controlar la ansiedad asociada con la tripofobia. Estas técnicas pueden ayudar a las personas a mantener la calma y a regular su respuesta emocional cuando se enfrentan a desencadenantes.
- Desensibilización sistemática: combina la exposición gradual con técnicas de relajación para reducir la sensibilidad a los desencadenantes tripofóbicos. A través de la desensibilización sistemática, las personas pueden aprender a enfrentar y superar su miedo o repulsión.
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