Practicar algún tipo de ejercicio cada día o, al menos, tres veces por semana, mejora tu forma física. De eso no hay duda. También te ayuda a adelgazar o mantenerte en tu peso corporal. Y hay otro motivo por el que te animamos a mantenerte activa y escoger ejercicios como el trekking o senderismo: mejoran tu estado de ánimo y te hacen sentir mejor contigo misma y con quienes te rodean.
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Tu corazón adora el trekking
El senderismo es un ejercicio cardiovascular poderoso, nos recuerdan desde Freeletics, ya que subir y bajar colinas es una excelente manera de aumentar constantemente su frecuencia cardíaca. Por lo tanto, como la mayoría de los ejercicios cardiovasculares, el senderismo ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardíacas y, al mismo tiempo, reduce la presión arterial.
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Y encima hacer senderismo adelgaza
Especialmente, si se camina sobre superficies irregulares. Esto nos obliga a cambiar el peso, equilibrar el cuerpo y, a veces, incluso caminar en ángulos muy inusuales que involucran músculos que de otra manera no se usarían, señalan desde Freeletics. Todo esto contribuye a que aumentemos la masa muscular y, al hacer un ejercicio aeróbico durante mucho tiempo, a perder peso.
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Eso si, camina segura en la montaña
Pero antes de empezar tu ruta, debes saber cómo equiparte correctamente, qué comida tienes que llevar, cómo debes entrenar. Por eso, hemos consultado al doctor Juan Carlos Estupiñan, especialista en Anestesiología y Reanimación y colaborador de Melio, que nos habla de más beneficios del trekking, nos acerca a este ejercicio tan salduable y nos explica todo aquello que tenemos que tener en cuenta para disfrutar al máximo del deporte que nos va a enganchar este verano.
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¿Qué beneficios tiene hacer un ejercicio como el senderismo?
La sensación de respirar aire fresco, disfrutar de los sonidos de la naturaleza y los paisajes, el descubrimiento de nuevos lugares y la conexión vital con la tierra bajo tus pies son solo algunos de los beneficios que una actividad deportiva y turística como el senderismo te puede aportar.
Al ser una excelente actividad aeróbica, mejora la función cardíaca y pulmonar, ayuda a controlar la presión arterial, los niveles de glucemia (azúcar en la sangre), el perfil lipídico (los valores normales de colesterol) y a bajar de peso, disminuyendo el riesgo cardiovascular.
Además de todos estos beneficios físicos, se ha demostrado que caminar al aire libre disminuye el riesgo de padecer depresión, como se demostró en un estudio publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNS).
Y por si fuera poco, mejora las relaciones interpersonales entre familiares, amigos y compañeros de trabajo, cuando se hace en compañía.
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¿Cómo debemos equiparnos para practicarlo?
Un buen equipamiento es fundamental para disfrutar de las rutas a pie sin contratiempos.
Con lo primero que debes contar para iniciar una ruta de senderismo, es una vestimenta adecuada para el clima. Si es verano usa ropa corta o que sea convertible, con colores claros y que favorezca la transpiración. Para el invierno tendrás que llevar ropa de abrigo, siendo recomendable usar tres capas de ropa: una transpirable por debajo, una de abrigo en medio y sobre esta última, una de protección para superar las inclemencias del tiempo.
El calzado, es igual de importante que la ropa. Es recomendable que uses botas de montaña, con suelas gruesas, de dibujo profundo, antideslizantes y que protejan los tobillos.
Elige una buena mochila, resistente, de suficiente tamaño para llevar lo necesario para el camino, pero que sea liviana y una protección impermeable para usarla en caso de lluvia.
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¿Cómo escoger una buena ruta?
Lo primero que debes saber es que tienes a tu disposición una serie de rutas homologadas que son transitables y aptas para la mayoría de las personas, son de interés para la comunidad, no tienen ascensos a cimas de montañas, están localizadas en zonas de bajo riesgo y que no requieren conocimientos especiales para transitarlas.
Estas rutas se señalan con unas líneas paralelas de colores. Con blanco y rojo se marcan las grandes rutas (GR, de más de 50 km), con blanco y amarillo las pequeñas rutas (PR, entre 10 y 50 km) y con blanco y verde los senderos locales (SL, con menos de 10 km).
A continuación, puedes calcular la distancia que deseas recorrer y si esa distancia quieres hacerla de forma circular (llegar al punto de partida) o no.
Infórmate sobre la dificultad del sendero que tienes en mente y escoge sólo los caminos con una dificultad acorde a tus capacidades.
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¿Qué nos llevamos para comer?
Dependerá de la duración y dificultad de la ruta.
Son ideales los alimentos que te aporten energía de manera prolongada (proteínas, carbohidratos complejos y grasas saludables) en vez de azúcares simples que aportan un pico de energía rápido pero que se consumen fácilmente.
Para el viaje incluye frutas frescas, frutas deshidratadas, vegetales, frutos secos, alimentos ricos en fibra y proteínas, etc.
Si la ruta es más larga puedes incluir además queso y todo lo necesario para prepararte unos buenos sándwiches. Piensa en alimentos livianos, con una buena cantidad de calorías, nutrientes y que sean fáciles de preparar.Todo esto siempre adaptado a tu estado de salud.Y aunque te lo mencionemos al final, es lo más importante: agua suficiente. Calcula lo que necesitas y lleva un poco más.
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¿Qué otros consejos nos das para practicar este ejercicio?
Empieza progresivamente. Si nunca has realizado esta actividad, piensa en un enfoque con beneficios a largo plazo. Las rutas inicialmente deben ser más cortas y sencillas, en áreas de fácil acceso a las poblaciones. Cuando notes mejoría de tu estado físico puedes aumentar la intensidad y la distancia de las caminatas.
Usa un bastón para ayudarte con la marcha. Como extra, con su uso fortaleces los músculos de las extremidades superiores y la actividad cardiovascular es mayor.
Aprovecha los desniveles del terreno y las colinas. Una pequeña inclinación de 5% puede significar hasta un 30% más de calorías quemadas.
Al principio, mejor en compañía. Sobre todo, si estás empezando y cuando realices rutas por caminos desconocidos o muy alejados de las zonas urbanas.
Conoce el terreno antes de partir. Familiarízate con el mapa del lugar, averigua cuál será el clima del sitio, selecciona complementos acordes a esta información y si las probabilidades de tormenta son altas revisa tus planes. Sigue las rutas marcadas.
Recuerda el uso de protección solar, incluso en los días nublados y llevar unas gafas de sol.
Y para terminar, relájate, camina y disfruta, concluye el doctor Juan Carlos Estupiñan, especialista en Anestesiología y Reanimación y colaborador de Melio.
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