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Fobias que podemos sufrir tras el confinamiento


11 de mayo de 2020 - 21:19 CEST
miedo© Adobe Stock

Una emergencia sanitaria como la que estamos viviendo actualmente, provocada por el SARS-Cov-2, el coronavirus responsable de la COVID-19 que tantas vidas se ha llevado por delante, nos ha obligado a dejar de lado nuestra vida y a confinarnos en casa. Además de vivir situaciones traumáticas, como el pánico al contagio, el número de fallecidos y la imposibilidad de muchos familiares de poder despedirse de sus seres queridos.

Tras estos dos largos meses de cuarentena, poco a poco iniciamos una fase hasta el desconfinamiento total que nos permitirá llegar hasta una nueva normalidad. Pero no va a ser fácil. Pese a la euforia inicial por salir a las calles, vamos a tener que afrontar consecuencias psicológicas. 

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Fobia social, exceso de higiene, síndrome de la cabaña

"Las fobias se producen cuando sentimos mucho miedo y cuando aparece la fobia, sentimos más miedo aún. Por lo tanto, existen un proceso de retroalimentación que es importante tratar", nos explica el psicólogo Juvenal Ornelas, de MundoPsicólogos. 

El experto nos adelanta aquellas fobias que podemos experimentar: síndrome de la cabaña, claustrofobia (que muchos han sufrido ya), fobia social por miedo al contacto, exceso de higiene, agorafobia (miedo a los espacios abiertos...).

"Al principio, será frecuente que muchas personas experimenten el síndrome de la cabaña o de la cueva. Al principio del confinamiento nos resultó difícil encerrarnos en casa. Sin embargo, nuestro cerebro es capaz de adaptarse, adoptamos rutinas y estas nos sirvieron para aguantar y resistir. Ahora, con el desconfinamiento, viene el miedo, la incertidumbre, qué pasará con nuestros empleos, en las calles... Todo esto puede acabar desencadenando este síndrome de la cabaña", indica el experto. 

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Trastorno de estrés postraumático (TEPD)

Será la principal consecuencia con las que nos vamos a encontrar y que ya conocemos tras episodios tan dramáticos en nuestra historia como el 11 S o el 11 M.

Según explica el doctor Ricard Soria, doctor en Psicología Clínica de Opción Médica, el TEPD se define como una alteración que aparece ante la exposición de un evento traumático o estresante en el que una persona se ha visto sometido durante un tiempo.

Su intensidad dependerá del grado  de los acontecimientos sufridos ya que puede ir desde un confinamiento sin haber presentado problemas de salud y, únicamente, como medida preventiva al contagio, hasta la experiencia de haber sufrido el contagio en primera persona, la de un familiar cercano o, incluso, en casos más extremos, haber sufrido el fallecimiento como tantas personas han sufrido. 

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Síntomas del TEPD

Los síntomas que acompañan a este cuadro clínico son básicamente todo un espectro de sintomatología ansiosa basada y centrada en el miedo, así como en la anhedonia (la pérdida de experimentar placer), la tristeza y la depresión o bien síntomas de hostilidad, enfado y de conductas.

En aquellos casos de TEPT de mayor grado e intensidad, la persona que lo sufre puede revivir de forma continua unos episodios cognitivos que se manifiestan como si monótonamente se estuvieran repitiendo de nuevo en forma de 'flash', con ilusiones perceptivas que muchos pacientes comparan como cuando se repite una misma película de terror una y otra vez.

Son imágenes, recuerdos y experiencias vividas que la persona afectada las vive continuamente. Esta intensidad se dará en aquellos casos que el estrés haya sido muy excesivo tal y como el Dr. Sorio explica, en aquellos casos de máxima afectación o ante la pérdida de algún familiar.

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Trastorno obsesivo-compulsivo

Tal como recuerda el doctor Ricard Sorio, de Opción Médica, es posible que nos encontremos con conductas fóbicas de tipo evitativo como por ejemplo: evitar salir, evitar acudir a lugares públicos por el temor al contagio, evitar las aglomeraciones,… y este hecho puede desencadenar en lo que en psicología clínica y psiquiatría conocemos como agorafobia con o sin ataques de pánico. Además, también podemos sufrir alteraciones del sueño y otros trastornos relacionados todos con el componente ansiógeno.

 El miedo que se ha sufrido al contagio ha generado y generará también muchas recaídas entre pacientes psiquiátricos afectados por trastorno obsesivo - compulsivo (TOC)  cuya obsesión por la limpieza les lleva a conductas repetitivas como por ejemplo el continuo lavado de manos.

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Recuperar gradualmente la actividad social

La necesidad de retomar las relaciones sociales previas al confinamiento puede generar ansiedad en muchas personas, especialmente entre los más jóvenes y entre aquellos que han vivido este encierro en soledad. En estos casos, no debemos forzar la situación si no nos vemos preparados. “Tras semanas confinamos, muchas personas pueden sentir un poco de ansiedad y miedo al contacto físico o al contagio, e incluso temor por encontrarse cerca de mucha gente y en espacios abiertos al público”, apunta Alvar Ocano, de Aegon.

“En estos casos, es fundamental que la persona recupere poco a poco su actividad social y no se enfrente a grandes grupos de personas si no se siente completamente preparado. Eso sí, se deberán realizar esfuerzos para que ese estado no se convierta en un trastorno o en alguna fobia que requiera de atención profesional”, indica.

De hecho, desde Aegon aconsejan no tener prisa por recuperar las reuniones sociales que teníamos antes de la cuarentena. “Lo importante es ser conscientes de las medidas de prevención y de la responsabilidad que cada persona tiene para que podamos retomar la nueva vida lo antes posible. Además, para evitar la sensación de ansiedad es muy recomendable hacer planes sociales a futuro, de cara a reducir la carga psicológica de estar separado de la sociedad”, señala. Hay que dar tiempo a nuestro tempo.

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Respetar las medidas de higiene recomendadas

El desconfinamiento paulatino favorecerá la adquisición de las rutinas de higiene y prevención del contagio que hemos aprendido a lo largo de las semanas de cuarentena y, en algunos casos, aún no se han podido aplicar en un contexto social propio de la nueva normalidad. El uso de mascarillas en el transporte público, el lavado de manos frecuente, evitar tocarse la cara o los ojos con las manos y toser o estornudar en el codo en caso de no contar con mascarillas se han convertido en prácticas muy recomendadas que tendremos que aplicar cuando podamos asistir a reuniones de varias personas.

“Esta pandemia ha transformado las costumbres de las personas, tanto en materia de relaciones sociales como de higiene y protección sanitaria”, mantiene Alvar Ocano. “Tras varias semanas de confinamiento, hemos sido capaces de adquirir estos nuevos hábitos y prepararnos para adaptarlos a la vida que llevábamos antes”.

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¿Cómo lo tenemos que superar?

Deberá superarse de forma progresiva y por fases. A pesar de que cuando nos tuvimos que confinar pasamos de un estado de 'libertad' a una cuarentena obligada dentro de nuestras casas, y fue de repente, la adaptación al desconfinamiento debe ser gradual para evitaro reducir las consecuencias psicológicas y el desarrolo de más miedos y fobias. 

El mejor remedio de afrontamiento es el mismo que se utiliza en la superación de miedos y fobias, que consiste en una aproximación de forma muy gradual al estímulo de pánico o al miedo sufrido exponiéndote a él y batallándolo, pero nunca con conductas evitativas porque a corto plazo sí que alivian el problema, pero a largo plazo, únicamente refuerzan más el pánico y el terror.

La experiencia de la superación será la prueba de que iremos volviendo a la normalidad pero nos llevará tiempo a conseguirlo.

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¿De qué dependerá la superación?

Como comenta el Dr. Sorio, dependerá del grado y de la intensidad del factor estresante sufrido pero también de la capacidad de adaptación de la persona. Es decir, aquellas personas con facilidad para adaptarse a los cambios y a las nuevas experiencias lo van a llevar mejor, por el contrario, aquellas personas con mayores dificultades hacia la adaptación de la aparición de factores vitales nuevos, lo llevarán peor. Los psicólogos deben ayudar a la adaptación a todas aquellas personas que más han sufrido y, sobre todo, deben enseñar mecanismos alternativos, tanto conductuales como cognitivos.

Otro factor de influencia notable en la superación será la edad y no lo podemos olvidar. No es lo mismo el vencimiento en un adolescente que en una persona mayor en edad y que, además, presenta enfermedades de riesgo, con lo cual su miedo será y habrá sido mayor.

Como último y más intenso, pongámonos en la piel de aquella persona que por contagio tuvo que ser hospitalizada, que su salud corrió riesgo de muerte, que pasó un largo tiempo en el hospital, aislado de sus seres queridos; así como viceversa, los familiares que poco podían hacer para ayudar a su familiar afectado y únicamente podían estar pendientes de las llamadas telefónicas de los profesionales sanitarios esperando el parte médico. Es fácil que estas personas necesiten ayuda de especialistas.

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¿Quién debe ponerse en manos de profesionales psicológicos?

Casi todos tendremos trastornos de estrés postraumático de forma muy leve pero no será patológico en todas las personas. Deberían ponerse en manos de profesionales psicológicos todos aquellos que han sufrido una situación estresante grave como un contagio con ingreso hospitalario agresivo o personas que han sufrido la muerte de una familiar y que, además, no se han podido despedir. Es decir, aquellos casos más graves, que sí que recomendaríamos el inicio de una terapia.

Todas aquellas personas que no hayan sufrido esta intensidad en la pandemia, si se ven afectados pueden seguir algunas sesiones dirigidas a la nueva adaptación y pautas de cómo se debería llevar a cabo, como medida de prevención no patológica.

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