Los productos hechos a mano suelen tener un valor justo, es decir que todas las personas involucradas en su creación obtienen un rédito económico acorde al esfuerzo, la creatividad y el tiempo empleado. No hablamos de dejar de comprar productos en serie, sino de tomar consciencia y saber por qué una artesanía suele costar un poco más que los productos masivos.