Lo dices de manera automática, sin pensar, pero a los pocos minutos ya estás arrepentida porque no quieres hacerlo pero no te animas a dar marcha atrás.
Socialmente está muy extendido el concepto de que una persona que nunca dice no, es muy buena. La realidad es que no tiene que ver con la capacidad de bondad sino con la valoración personal y con la necesidad de agradar a los demás.