Se trata de dos términos que a veces usamos de manera indistinta cuando hablamos de los problemas que pueden experimentar determinadas personas a la hora de relacionarse con los demás. Pero si bien es cierto que tienen determinadas cosas en común, no es lo mismo hablar de timidez que de fobia social. La primera es menos grave y puede soprendernos en cualquier momento de nuestra vida ante determinadas situaciones. La fobia social, en cambio, es un trastorno de ansiedad que precisa ser diagnosticado y tratado para poder ayudar a quien lo padece a mantener una vida social activa y sana.