La forma en la que hablamos nos define más de lo que pensamos. De hecho, es un reflejo de nuestra personalidad y puede ser también una forma de ver cómo nos movemos por la vida.
Existen expresiones, frases hechas, aparentemente inofensivas que circulan por nuestro idioma con total comodidad, pero que en realidad nos resultan tóxicas y nos impiden evolucionar y crecer como de verdad nos gustaría.