Aunque lo cierto es que las barritas cumplen con lo que la legislación les exige (en el caso del contenido energético establece que una comida de sustitución debe aportar entre 200 y 250 kcal), el problema es que la norma es poco exigente y pone límites básicamente cuantitativos, pero no cualitativos, dejando al criterio del fabricante algunos parámetros importantes: la sal, la composición de la grasa y los azúcares. Con la sal, no hay problema, ninguno se pasa.