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Cuanto menos consciente seas de lo que comes, peor comerás

El mecanismo para que compres lo que sea es que los alimentos que consumes no solo te prometan ser nutritivos y tener un precio competitivo sino, que además te liberen de la culpa de consumirlos. Esta es una de las normas más importantes que conoce el márketing alimentario para conseguir consumidores de alimentos que, a priori, son lo contrario de lo que dicen ser. Muchos de estos productos llevan años en las estanterías de nuestros supermercados avisando de que son una alternativa saludable para tu alimentación, pero si dedicas un minuto a leer sus ingredientes te darás cuenta de que bien podrían ser un lobo con disfraz de Caperucita.

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Un cereal de color rosa: no puede ser saludable

Desayunar cereales no parece una práctica de riesgo alimentario, como tampoco merendar un tazón para coger fuerzas para lo que resta del día. Sin embargo, los cereales industriales son una trampa para nuestra dieta a base de azúcares vestidos con un envase supuestamente healthy. Durante décadas se ha asociado la ingesta de cereales a una dieta energética y deportiva, pero incluso los cereales integrales más sencillos cuentan entre sus ingredientes con una cantidad ingente de azúcar, colorantes, y sustancias artificiales para conseguir textura y una base de granos de cereal refinados.

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Ensaladas ya preparadas

El primer impulso al ver una ensalada preparada en un supermercado o un establecimiento de comida rápida es pensar que se trata de un alimento healthy, pues a fin de cuentas una ensalada es lo que ves: lechuga, tomate y toppings. El problema está en todo no lo que no es lechuga y tomate: el pan crocante, los trocitos de pollo frito, el aliño o la pasta. La calidad de estos extra suele ser de ínfima calidad, además de que son cocinados de forma que el resultado es lo menos saludable. Esto no es porque ninguna empresa tenga un plan malvado contra tu salud, sino porque por un lado se pretende que sea una ensalada lo más sabrosa posible y que a la vez resulte barata y que se conserve el máximo de tiempo posible en el refrigerador. 

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Pan de trigo

Está muy de moda el pan de trigo, de hecho podemos encontrar panes de muchos cereales, en incluso varios mezclados. Al final parece más una cuestión de afinidad y de gusto personal por afiliarse a una tendencia, pues muchos de estos panes a fin de cuentas tienen un sabor muy similar y no siempre están carentes de saborizantes que sirven para que, elijas lo que elijas, te gusten al paladar. Sin embargo, el trigo que comúnmente se ha considerado una alternativa más saludable para la elaboración del pan no está fuera de la duda, pues la modificación genérica que han sufrido sus cultivos en los últimos años hace que ya desde los años 60 el índice glucémico de este cereal se haya disparado, y todos aquellos supuestos beneficios healthy que le atribuimos al trigo no existan en la barra de pan que llevamos a casa.

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Zumos de fruta industriales

Si tuviéramos que elegir entre darle a nuestros hijos un refresco o un zumo de frutas envasado, probablemente elijamos la segunda opción. Los zumos de fruta de bote o tetrabrik son una solución muy socorrida para las meriendas infantiles, los catering de comedor y el tentempié más ordinario. Sabemos que hay opciones mejores, pero parece la alternativa menos mala tanto para niños como para adultos. Sin embargo, este tipo de zumos envasados tienen un alto contenido de azúcar, según un estudio llegan a las 7 cucharadas de azúcar por cada 250 ml, lo que se sitúa muy a la zaga de los refrescos azucarados más típicos.

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Cuidado con los vinagres de Módena falsos

Hay dos tipos de vinagre de Módena, el que sí es de Módena, y el que no lo es. Como con nuestras denominaciones de origen del jamón o de las alcachofas, el vinagre de esta provincia italiana tiene un sello oficial de denominación que regula y asegura que ha sido producido bajo los estándares que determina este producto. Un vinagre auténtico de Módena es un buen aderezo para nuestras ensaladas, pero los que no son auténticos y que, en muchas ocasiones ni siquiera son de uva sino que tienen sabor a frambuesa o mango, realmente son vinagres de muy baja calidad con una altísima cantidad de azúcares y colorantes en su composición.

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Azúcar moreno

Una vez más las técnicas de persuasión para vender los productos van por delante del consumidor. En los últimos años se ha extendido la creencia de que el azúcar moreno es mucho más saludable que el blanco, pues este último está refinado y al primero es por tanto más natural y sería el equivalente a un cereal integral, pero siendo azúcar. Esta afirmación podría ser acertada si no fuera porque el azúcar moreno que consumimos cada vez es menos azúcar integral y más azúcar refinado tintado con melaza, dándonos gato por liebre y manteniendo las mismas variables calóricas del azúcar refinado.

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Leches vegetales

A veces consumir es como sumarnos a clubs. Nuestra dieta está marcada por filias y fobias, y muchas veces nuestras decisiones están relacionadas con la percepción que tenemos de los alimentos, en concreto por su envoltorio. Si vemos un tetrabrick de leche entera de vaca pensaremos que es mucho menos saludable que un brick de leche vegetal con avena, almendra o soja. Esta afirmación no es del todo correcta: más vale leche vegetal que animal, si somos intolerantes a la lactosa o rechazamos productos de origen animal. Sin embargo, hay que prestar atención como en muchos otros productos alimentarios, porque en realidad no es “leche” aunque parezca serlo: el principal ingrediente de estas bebidas vegetales suele ser el agua, seguido por el azúcar, y en una posición muy leve podremos encontrar finalmente los cereales de los que nos habla el etiquetado. Se dan casos de “leches” de avena, avellana, soja o almendras que solo llegan a tener un 10% de estos cereales.

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Margarina

Todos los alimentos que son susceptibles de aportar grasa a nuestro organismo deberían ser mirados con lupa antes de entrar en nuestro carro de la compra. Durante mucho tiempo este producto se ha mantenido en cuarentena en los criterios alimentarios más exigentes porque se supo que muchas margarinas tenían un alto contenido de grasas trans. Este contenido ha ido descendiendo a raíz de la bajada de ventas, y las marcas se pusieron manos a obra y redujeron este tipo de grasas de su composición. Sin embargo, la mayoría de las marcas siguen presentando altos niveles de aceites vegetales refinados que aportan ácidos grasos poliinsaturados omega-6 (el “hermano malo” del omega-3), que se asocia con enfermedades cardiacas, cáncer y osteoporosis.

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Tortitas de arroz o de maíz

Este alimento es uno de los placebos más importantes de la industria alimentaria para que comer algo que no sabe a nada y quita el hambre nos haga pensar que estamos haciendo lo correcto, ya que estamos tomando un producto vegetal y bajo en calorías. Sin embargo, su contenido es en más de un 80% cereales, sal, saborizantes y texturizadores, lo que en suma son hidratos de rápida absorción y sodio. Las que no saben a nada, te dejarán con ganas de más, por lo que dado que has percibido que no tiene sabor, no te sentirás muy culpable por rebasar el límite recomendado de 30 gramos diarios. Y si tienen sabor, el punto salado o dulce tan adictivo te hará volver a tomar otra porque, a fin de cuentas, es un alimento healthy. Lo peor es que en 15 minutos volveremos a tener hambre, y no nos estaremos nutriendo de una forma equilibrada.

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