La humildad es una virtud que no se prodiga mucho en nuestros días, ya que vivimos en una sociedad claramente competitiva que no nos permite en muchas ocasiones pensar en los demás. Pero ser humildes es un valor que deberíamos recuperar, porque puede hacer nuestra vida más feliz y, de paso la de aquellos que nos rodean. La humildad nos aporta un bienestar emocional que hace mejor nuestro día a día, y que podemos conseguir con un pequeño esfuerzo.