Nos protegemos del dolor, no solo desde un punto de vista físico, sino también psicológico. Cada persona desarrollar sus propios mecanismos para afrontar las situaciones que consideramos complicadas o dañinas. Hay múltiples formas de ver la vida, y lo que para unos es una situación traumática, para otros no tiene ninguna importancia. Por eso, también ejercemos distintos métodos de esquivar las balas de la emoción, pretendiendo no sufrir más de la cuenta y aprendiendo a digerir cada vez mejor los sinsabores.