Nuestro cerebro nos gratifica dándonos una sensación de placer cada vez que comemos, es la forma con la que la evolución supo atraernos hacia la nutrición, impidiendo que nos dejáramos morir de hambre ante el impedimento de conseguir comida o la falta de tiempo y recursos. Gracias a que la comida nos produce placer y su falta dolor, sabemos que debemos comer un mínimo de tres veces al día.