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Legumbres

Son el número uno en cuanto a alimentos que aportan fibra, y nutricionalmente resultan muy saludables y equilibradas. Lentejas, garbanzos, alubias… Pese a sus beneficios para la salud, generalmente son las grandes olvidadas, pero nunca es mal momento para introducirlas en nuestra alimentación. En invierno son perfectas para la composición de platos calientes y en verano tienen una salida fantástica incluyéndose en ensaladas.

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Verduras crudas

Las llamadas “crudités” son extremadamente saciantes porque aportan un alto contenido en fibra y agua. Las más famosas para este objetivo son las zanahorias, el apio y el pimiento. Sin embargo solemos cometer el gran error de acompañarlas de salsas que resultan poco saludables porque pueden aportar grasas o azúcares, y además, cuando son salsas procesadas, acaban revirtiendo el objetivo principal que era generar saciedad, y por influencia de sus azúcares y sal producir aún más apetito. Lo ideal para sacarle partido a unas buenas verduras crudas cortadas en bastoncitos es incluir como acompañamiento un hummus, que por proceder de legumbres este maridaje tiene doble efecto saciante.

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Frutos secos

Los alimentos que hacen trabajar a nuestra mandíbula son saciantes, porque generan en nuestro cerebro el refuerzo positivo de que está en un proceso de ingesta y que, con cada masticación, se calma nuestro apetito. Por esta razón los alimentos exprimidos o filtrados pueden no resultar saciantes cuando sus mismas versiones crudas sí lo son. En el caso de los frutos secos, el trabajo de la mandíbula no cesa, son una alternativa saciante fabulosa porque además son muy nutritivos, aportando minerales, proteínas y ácidos grasos.

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