El chocolate es uno de los pocos alimentos al que nos cuesta un triunfo resistirnos. Es un placer culpable, un deleite para el paladar y, si lo sabemos elegir, una fuente de minerales y antioxidantes, capaz de ayudarnos a mejorar el flujo sanguíneo, y a disminuir los niveles de colesterol en sangre, entre otros beneficios.