Cada vez que ganamos una discusión podemos sentirnos reafirmados por nuestra pequeña victoria, pero es posible que nos hayamos perdido en el camino la oportunidad de entender las posturas del otro. En función de nuestro nivel de sensibilidad, en ocasiones ocurre que tras obtener la reafirmación del otro, que reconoce que llevamos razón, podemos llegar a sentirnos mal, incluso culpables, al haber hecho que otra persona admita su error.