Resulta extraño comprobar que un alimento tan saludable como la fruta no llega a aceptarse como tal, y en ocasiones seguimos consumiéndola mal, creyendo falsos mitos sobre sus posibles efectos perjudiciales. Y en realidad, aprovecharnos de sus beneficios es tan fácil como coger una pieza de fruta, lavarla, y morderla. Adán y Eva no tuvieron problema, pero a nosotras a veces este gesto se nos resiste.