Si tienes las defensas bajas, es probable que te acatarres con más frecuencia. Por tanto, seguramente tu familia y entorno más cercano, o incluso tus colegas de trabajo, te hayan recomendado todo tipo de remedios para subirlas. Sin embargo, fortalecer el sistema inmunológico no es algo tan sencillo como comer estos u otros alimentos, según indica la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Ya que, como sistema que es, depende de la armonía de todo el organismo para funcionar correctamente. Aún así, nadie duda de que nuestros hábitos de vida sí influyen a la hora de volvernos más vulnerables a padecer problemas de salud y la dieta juega un papel fundamental.
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Déficit de vitaminas y minerales
Por ejemplo, según señalan los expertos, si nuestra dieta es restrictiva es posible que nos falten vitaminas y minerales que sí influyen en un sistema inmunológico más fuerte. La evidencia médica indica que el déficit de micronutrientes como el zinc, selenio, hierro, cobre, ácido fólico (o vitamina b9) y vitaminas A, B6, B9 o ácido fólico, C y E alteran las respuestas inmunitarias en estudios realizados en animales. Por tanto, si se sospecha que la dieta no es lo suficientemente sana y equilibrada, es importante replantearla.
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Hábitos saludables
Pero, como decíamos, la mala dieta, aunque influye, no es la única que puede hacernos coger más de un resfriado. La falta de higiene como, por ejemplo, no lavarse las manos, o pasar muchas horas en lugares cerrados, hace que los virus campen a sus anchas y tengamos más probabilidad de enfermar. La sequedad del ambiente también favorece el contagio. Por otro lado, el consumo de sustancias tóxicas como el tabaco, el alcohol u otras drogas nos debilita y nos convierte en blanco fácil de virus y bacterias.
La ausencia de ejercicio físico es otro los factores que influyen en las defensas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para adultos realizar actividad física como mínimo tres o cuatro veces a la semana. En concreto, realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana o 75 minutos si nos decantamos por una actividad física vigorosa. Según indica la doctora Marcela González-Gross, catedrática del Departamento de Salud y Rendimiento Humano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, en personas sanas “se debe aumentar el gasto calórico a través de las actividades diarias tanto de alta como de baja intensidad y del transporte activo (ir andando, en bicicleta, subir escaleras), y reducir el tiempo que permanecemos sentados”. De esta manera, se mantiene una rutina diaria activa, clave para evitar los riesgos asociados al sedentarismo.
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Dormir lo suficiente
Por último, se ha visto que el estrés o la falta de sueño son factores que pueden disminuir la capacidad del sistema inmunológico de hacer frente a la invasión de un agente patógeno. Un estado continuado de nerviosismo, por ejemplo, disminuye la capacidad del organismo de combatir las infecciones, según señala una investigación de la Universidad de Birmingham (Reino Unido). Y no dormir lo suficiente hace que nos cojamos más resfriados, según la Universidad de Carnegie Mellon (EE.UU.). De ahí que los expertos recomienden buscar estrategias para el control emocional y el manejo del estrés así como tratar de dormir las horas suficientes y procurar que el sueño sea reparador. Una vez más, la dieta también es fundamental para lograr este equilibrio.
A continuación, hacemos un repaso de las vitaminas y minerales que no deben faltar para no favorecer déficits que interfieran en la correcta respuesta del sistema inmune: