Cuando llega el invierno y nos proponemos introducir en nuestra dieta una dosis extra de vitamina C, lo primero que se nos viene a la cabeza es aumentar el consumo de naranjas, mandarinas y limones. En ese caso estamos dejando de lado una de las frutas estrellas del invierno, el pomelo, que no solo es rica en la vitamina C que buscamos, sino que tiene otros muchos beneficios que te harán adicta a ella. Puede que la razón de su menor consumo se deba a su peculiar sabor, más ácido que la naranja, más dulce que el limón, pero más amargo que ambas frutas.