A pesar del atractivo innegable que tiene cocinar unas verduras frescas recién compradas en el mercado, la opción de tomar verduras congeladas resulta tan práctica como saludable. Estas últimas llegan a nuestra cocina perfectamente limpias y troceadas, sin originar desperdicios y, lo más importante de todo, conservando intactas todas sus propiedades. No requieren de conservantes porque su método de conservación es el frío, y no tienen por qué llevar aditivos de ningún tipo ni sal añadida.