Pocas cosas apetecen tan poco como estar tranquilamente en casa y descubrir una araña. Y si se da el caso, lo más seguro es que tu reacción más inmediata, y en principio la más lógica, sea acabar con ella con lo primero que encuentres a mano. Pues bien, al parecer este impulso aparentemente tan innato como lógico no te está beneficiando.