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Ahora que empiezan a bajar las temperaturas seguro que una de las cosas que más te apetece al llegar a casa es darte una ducha con agua caliente, dejando atrás aquellas en las que usabas agua más fría para combatir los calores veraniegos. Pero, son tantos los beneficios que te proporciona una ducha con el agua bien fría, que te recomendamos que no tengas ninguna prisa en aumentar los grados de tu ducha diaria. Sabemos que no suena apetecible y que no resulta, en principio, nada fácil. Pero quizás te convenzan alguna de estas buenas razones. Además, según un estudio publicado en 2014 en Physical Therapy in Sport, puedes alternar el agua fría con agua caliente de manera intermitente para conseguir los mismos resultados.

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