Si nosotros nos enfrentamos sin ningún tipo de pudor al famoso síndrome post vacacional, a nuestros hijos les ocurre algo muy similar a la hora de volver al cole. No en vano, llevan más de dos meses de juegos constantes, con unos horarios muy flexibles, viendo cómo anochece muy tarde mientras corren por el parque o la playa, sin saber nada de deberes ni obligaciones realmente importantes. Por eso, en ocasiones, el comienzo del colegio puede suponer un cambio que les produzca cierto estrés y nerviosismo, ahora que se habían acostumbrado a una vida exenta de clases y horarios fijos. Sin embargo, solo necesitas un poco de paciencia y previsión para evitarles pasar un mal rato y hacer que la vuelta a la rutina sea mucho más llevadera.