Ya sabemos que la comida tiene un papel influyente en nuestro organismo, pero lo que quizás no nos hemos detenido a pensar es en cómo la temperatura de los platos que tomamos puede influir en nuestro cuerpo. Desde hace tiempo se viene observando que la comida caliente, como las sopas y guisos, se ha reservado para días concretos de la semana, y que el ritmo de vida que llevamos nos hace comer alimentos fríos más a menudo de lo deberíamos.