Las consecuencias, cuando no se descansa lo suficiente, no se hacen esperar: irritabilidad, falta de concentración, sensación de cansancio permanente, ansiedad… un cuadro clínico asociado al insomnio que se hace todavía más preocupante porque, durante el verano, no solo influyen las altas temperaturas, sino también los cambios de hábitos de
vida que se producen en los periodos vacacionales.