Los nuevos tratamientos para el cáncer han supuesto un cambio disruptivo en el paradigma de la enfermedad. No solo han ayudado a mejorar la calidad de los pacientes al ser menos tóxicos e invasivos que los tratamientos que se llevan administrando desde hace años, como la quimioterapia, sino que también están permitiendo que aumenten las tasas de curación y de supervivencia.
El tratamiento de cáncer sobre el que más atención está depositando la ciencia es la inmunoterapia. A diferencia de la quimioterapia convencional, dirigida a destruir las células malignas que tienden a reproducirse descontroladamente invadiendo o destruyendo los tejidos orgánicos que las rodean, la inmunoterapia centra su objetivo en potenciar los recursos del sistema inmunológico del enfermo. De esta forma, no se ataca al tumor, sino que se estimula el sistema inmunitario del paciente para que sea capaz de reconocer cualquier célula maligna y destruirla a la velocidad necesaria para que no se desarrolle un cáncer.
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Los tratamiento biológicos también están generando una gran expectación. Después de décadas de investigación, los científicos entienden que los tumores de los pacientes tienen cambios genéticos que causan que el cáncer crezca y se disemine. También han aprendido que individuos diferentes con el mismo tipo de cáncer y el mismo estadio pueden responder en forma diferente al mismo tratamiento. La medicina de precisión es un método que permite seleccionar los tratamientos que tienen más probabilidad de ayudar a un determinado paciente de acuerdo al concepto genético de su enfermedad.
Tratamientos actuales para el cáncer
El esfuerzo investigador en oncología llevado a cabo en los últimos 10 años acumula más éxitos que los avances e innovaciones conseguidos a lo largo de todo el siglo XX. Este impulso a la investigación ha posibilitado que a día de hoy contemos con tratamientos muy eficaces para la mayoría de los tipos de cáncer. Básicamente, los distintos tipos de tratamiento frente al cáncer disponibles en la actualidad son:
- Cirugía. La extirpación del tumor en el quirófano por un cirujano continúa siendo la base fundamental del tratamiento de la mayoría de los tumores. La cirugía se usa mejor para tumores sólidos que están contenidos en un sitio. Es un tratamiento local, lo que significa que trata solo la parte de su cuerpo que tiene el cáncer. No se usa para leucemia (un tipo de cáncer de la sangre) o para cánceres que se han extendido.
- Radioterapia. Consiste en la utilización de radiaciones ionizantes para destruir las células malignas y hacer desaparecer el tumor o disminuir su tamaño. En dosis altas, la radiación destruye células cancerosas o hace lento su crecimiento. La radiación puede usarse para curar el cáncer, para impedir que regrese o para detener o hacer lento su crecimiento. También puede usarse para tratar el dolor y otros problemas causados por el tumor. La radioterapia no destruye de inmediato las células cancerosas. Pueden pasar días o semanas antes de que las células cancerosas empiecen a morir. Y las células cancerosas siguen muriéndose semanas o meses después de terminar la radioterapia.
- Quimioterapia. Consiste en la utilización de una serie de medicamentos, denominados citostáticos, que tienen la capacidad de inhibir la evolución de los tumores malignos restringiendo ciertos mecanismos bioquímicos específicos de la multiplicación de sus células, dificultando así el proceso de división. Hay muchos fármacos diferentes de quimioterapia. El que se incluirá en el plan de tratamiento depende principalmente de: el tipo de cáncer que tenga y lo avanzado que esté, los tratamientos de quimio realizados con anterioridad y los problemas de salud que tenga el paciente (como diabetes o enfermedades cardíacas).
- Terapias personalizadas. La medicina personalizada reconoce que cada paciente es único, por lo que su tratamiento debe ser diseñado a medida y no solo por la localización tumoral sino por las características específicas, moleculares y genéticas de cada caso. Los avances en el campo de la biología molecular y el desarrollo de novedosas pruebas diagnósticas ha facilitado el desarrollo en las últimas dos décadas de terapias personalizadas para muchos tipos de cáncer. Tal es el caso de las terapias biológicas y de las inmunoterapias.
Las terapias personalizadas, tratamientos con grandes resultados en cáncer
Las células humanas crecen y, a medida que el cuerpo las va necesitando para sustituir a aquellas células que envejecen o se dañan, se dividen para formar nuevas células. Es un proceso ordenado. En el cáncer, este proceso se descontrola. A medida que las células se hacen más y más anormales, las células viejas o dañadas sobreviven y células nuevas se forman cuando no son necesarias. Una de las razones por las que las células cancerosas ganan terreno es porque son capaces de esconderse del sistema inmunitario.
De ahí que la ciencia esté destinando grandes esfuerzos a descubrir fármacos que den ventaja al sistema inmunitario. Ciertos tratamientos de inmunoterapia pueden marcar las células cancerosas para facilitar al sistema inmunitario que las encuentre y las destruya. Otras inmunoterapias refuerzan su sistema inmunitario para que funcione mejor contra el cáncer.
La inmunoterapia ha obtenido excelentes resultados en pacientes con pocas opciones terapéuticas y se ha utilizado en melanoma metastásico y en tumores de pulmón y riñón. Los últimos estudios demuestran que puede ser eficaz en cáncer de vejiga avanzado y en el de cérvix. Sin embargo, la inmunoterapia no se usa todavía tanto como la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia. El gran desafío para los próximos años es conocer si la inmunoterapia puede ser eficaz en todos los tipos tumorales y en qué momentos de la enfermedad tumoral debería ser utilizada. Y es que, aunque ya se hayan identificado algunos biomarcadores que pueden indicar qué pacientes se benefician más de la inmunoterapia, estos deben ser confirmados y estandarizados.
Por su parte, las terapias biotecnológicas tienen como objetivo primordial atacar de forma específica la propia biología del tumor. Se trata de conseguir una actividad antitumoral más selectiva, de ahí que alcancen una mayor eficacia, tengan menores efectos secundarios y estén mejor controlados. Mediante el uso de pruebas diagnósticas específicas, los médicos pueden predecir cómo responderá un paciente al tratamiento y determinar la mejor dosis y duración del tratamiento.
Los fármacos biológicos proceden de un ser vivo: una cepa bacteriana, un cultivo de hongos o una estirpe de células de mamífero, a los que se introduce un cambio genético que acelera el cultivo y se pueden obtener entonces fármacos con pureza, enzimas y procedimientos para aislar. A diferencia de los fármacos de síntesis química tradicional, las moléculas obtenidas por procesos biotecnológicos suelen ser proteínas de alto peso molecular, con un tamaño que puede superar hasta 1000 veces al de las moléculas de síntesis química. Además, son mucho más complejas y normalmente menos estables, lo que disminuye su vida útil respecto a los productos de síntesis química.